Los padres de Gijón no somos tontos
Como madre preocupada por la alimentación de sus hijos (que les recuerdo serán los próximos políticos, médicos, divulgadores de salud... con lo cual creo que su alimentación es la base para una prevención primaria de enfermedades a todos los niveles, además de sus hábitos de vida), me dirijo a ustedes para exponer mi total rechazo con la nueva empresa de catering que da de comer a los niños de Gijón; eso sí, no a todos; a los de los colegios públicos, que se ve que los colegios concertados, con cierto margen de poder escoger, piensan igual que la mayoría de los padres de la región.
La base fundamental de este pensamiento, que firmo como propio, es que creo que el Ayuntamiento está mintiendo a las familias haciéndolas parecer estúpidas, no por el cambio de empresa, sino por intentar hacernos creer que un aumento del 40 por ciento (sí, el 40% solamente) del precio del comedor infantil se ha destinado a cosas que, según nos transmiten la Alcaldesa y los ediles, son para el beneficio de la alimentación de nuestros pequeños. Literalmente, para:
"Comer productos ecológicos" tres días al mes (desconozco cuántas veces se debe comer esta clase de productos para poder hablar de una alimentación ecológica, pero creo que tres días no me parece demasiado), que se basan en: la salsa de tomate en el día que lo toman con arroz, una crema de zanahorias (desconozco si son las zanahorias o las patatas
para hacer la crema), unas lentejas ecológicas (desconozco si son las lentejas o las patatas que sobraron para hacer la crema de zanahorias).
"Comercio de proximidad". ¿Proximidad en dónde? ¿En Valladolid? Una región como Asturias, con la que muchas comunidades soñarían para tener nuestras materias primas, en verduras, frutas, carnes, pescados, leches... no necesita que sus productos vengan de Valladolid o de cualquier otra comunidad porque precisamente en ese aspecto somos sostenibles (¡y cuánto!).
Aun así, mi principal descontento viene referido a la manera de procesar los alimentos, que no se cocinan diariamente (como con la anterior empresa), sino que vienen dos días a la semana, en un camión recorriendo 300 kilómetros y repartiendo por todos los colegios de
Gijón (rectifico, todos no, solo los públicos, que parece que son los "de segunda") y se acumula en las neveras de los centros, a la espera que no se vaya la luz y puedan dar de comer a todos los chiquillos.
Nos hablan de una técnica que es cocinar la comida y luego enfriarla a baja temperatura, igual que se hace en los aviones (y tengo que decir que es la peor comida que he probado en la vida, hablando de textura y sabor); aunque lo verdaderamente importante es el aporte de nutrientes para unas criaturas que están creciendo. Nos dicen que con esta técnica la comida puede aguantar hasta cinco días.
Pues bien, no quiero que mi hija coma unas lentejas ecológicas de Valladolid cocinadas hace cinco días por las que voy a pagar un 40 por ciento más que antes, quiero que tenga una dieta saludable con productos de temporada, a ser posible autóctonos, y coja hábitos de vida saludables, respete los horarios de las comidas y no salga del colegio pidiendo la merienda a gritos porque no ha podido comer nada de su "comida ecológica de aeropuerto".
En relación a las becas y las ayudas, ya es un caso más sangrante aún. Los baremos para solicitar ayudas del Ayuntamiento de Gijón son irrisorios. Los topes de ingresos a los que se refieren suelen ser para familias en las que solo trabaja un progenitor, casos en los que veo más factible poder darle la comida en casa, siempre que haya un adulto acompañándolo, cosa que es inviable cuando trabajan los dos padres, que de verdad son los que necesitan los servicios de atención temprana, comedor y 11x12. Pero estos padres trabajadores nunca van a poder percibir una ayuda de este tipo. Aun así, todavía es más sangrante cuando a las familias numerosas nos dicen que da igual el número de miembros que tengan que comer en esa casa, las ayudas van en relación a la cantidad de ingresos que existan en el domicilio familiar. Pues bien, en las familias numerosas como la mía debemos trabajar ambos padres, usar los servicios del comedor y pagar 300 euros mensuales de nuestro sueldo por una comida que si yo estuviera en casa nunca daría a mis hijos (¡pescado de hace cinco días, por favor!), y que además nos descuenten los impuestos de la nómina para ayudas y subvenciones a las que jamás vamos a poder optar, que normalmente siempre son las mismas personas las que las reciben, que vuelvo a decir que quizá sí que sean los que están en condiciones de poder dar la comida en sus casas a sus hijos sin necesitar ayudas.
Animo a la Alcaldesa, políticos y a los que dan las concesiones para los catering de los colegios a comer un mes en un colegio público local los menús que nos quieren vender por sostenibles, ecológicos y saludables.
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