Montmeló está en Ciudad Naranco
Desconozco cuándo se va a celebrar o cuándo se ha celebrado el gran premio de F1 en Montmeló, pero tampoco me preocupa mucho, porque desde mi ventana observo todos los días escenas automovilísticas dignas de una carrera de bólidos: pasadas a más de 90 kilómetros por vía urbana, adelantamientos suicidas, apuradas de frenada en fin de recta, etcétera. El único problema de tamaño espectáculo es que no vivo enfrente de un circuito, sino en la calle Santiago de Compostela, en pleno Ciudad Naranco. Esta vía urbana, que nace y arranca junto a las naves que rodean la antigua cárcel de Oviedo (hoy Archivo Histórico) y se alarga en línea recta hasta las mismas faldas del Naranco, sirve hoy en día para que inconscientes al volante, incluso temerarios –y no hablo sólo de ese especimen de gorrilla calada hasta el poblado entrecejo situado a la misma altura que el volante de su tuneado cacharro– comprueben cuántos metros necesitan sus vehículos para ponerse de 0 a 100 Km/h, y todo ello a costa de los cinco pasos de peatones (que obvian), de los otros conductores que respetan los límites de velocidad (a los que rebasan una y otra vez gracias a la inexplicable línea discontinua que el Ayuntamiento ha permitido), y a pesar de los vecinos que habitamos esta nueva calle de nuestra ciudad, que no podemos siquiera salir de nuestros garajes puesto que si asomamos el morro del coche, nos lo rebanan.
Todo ello ya ha causado varios accidentes de tráfico, de los que la Policía Local tiene constancia al haber tenido que actuar, y varias multas por exceso de velocidad, merced a un radar móvil que apenas estuvo unos días pero que cubrió objetivos para todo un año. Ése fue el único temporal remedio que se ha adoptado, ya que a pesar de que en otros varios puntos conflictivos de este barrio se han instalado semáforos o badenes para ralentizar o impedir que los vehículos alcancen velocidades peligrosas, en mi calle no existen tales, y se permite todo lo que acabo de denunciar.
Como aquí nunca se hace nada hasta que alguien se queja y lo denuncia o, más bien, hasta que algo grave ocurre, yo me adelanto a pedirlo. Pido a quien corresponda que se instalen señales limitativas de velocidad; pido que se sitúe un semáforo para peatones en la intersección de la calle Santiago de Compostela con la calle Vixéu; pido que se pinte una línea continua en la calzada que impida los adelantamientos salvajes; pido que se instalen badenes que impidan que en una vía urbana se alcancen velocidades propias de una autovía; pido que vuelva el radar móvil o que se instale uno fijo, y pido a todos los que conducen y conducimos por esta calle que recuerden que no es una recta de fin de meta en un circuito rodeada de graderíos, sino una calle de Oviedo en la que vivimos ciudadanos que tienen derecho a que se vele por su seguridad y tranquilidad.
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