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Despoblación en el mundo rural y el fenómeno de la ocupación

24 de Enero del 2020 - Iván Ojanguren Llanes (Oviedo)

No suelo posicionarme claramente con movimientos sociales de ningún tipo... Aun cuando esté más o menos de acuerdo con un buen puñado de ellos.

Creo que, por desgracia, se asocia los movimientos sociales a ideologías y, por ende, tendemos a activar nuestros prejuicios cuando alguien se posiciona a favor de algún tipo de movimiento, sea de la índole que sea.

¿Sabes? Mi misión vital es aportar mi granito de arena a que las personas vivan vidas que sientan que merece la pena ser vividas, independientemente de su credo, ideología, estatus socioeconómico o cultural.

Así que dejo este tema para mi vida privada; así consigo llegar a todo el mundo: todos merecemos abrirnos camino y vivir una vida de provecho. Todos.

Creo que si a todos nos va bien podremos construir un mundo donde todos quepamos.

Bien, hoy voy a poner encima de la mesa una realidad cercana a mí porque creo que está bien que se conozca.

Sin más.

Aviso: los datos son duros.

Asturias, mi tierra, sufre el mayor incremento de la despoblación de España, perdiendo casi 50.000 habitantes desde el año 2000.

La edad media en Asturias es de 48,33 años. Efectivamente: hay pueblos donde es más fácil encontrarte un oso que un guaje (niño).

Asturias tiene la tasa de suicidios más alta de España (13 por cada 100.000 habitantes, la media en España es de 8,7). Es decir, unas 160 personas deciden quitarse la vida todos los años por estos lares. Algunos concejos repuntan a 20 por cada 100.000, lo que nos sitúa en el lugar de Europa con más suicidios. Más que cualquier país nórdico.

La tasa de paro juvenil supera el 40%, lo que hace que en los últimos diez años más de 40.000 jóvenes hayan emigrado fuera de esta tierra.

Solo el 18,3% de los jóvenes entre 16 y 29 años consigue emanciparse, y los que lo consiguen destinan un 60% de su sueldo al pago de un alquiler.

En Asturias hay 83.000 viviendas vacías (aproximadamente, descontad las viviendas alquiladas en B, que serán unas cuantas).

En Asturias existen 880 pueblos vacíos, 331 que solo tienen un habitante y más de 3.000 son los que tienen nueve o menos.

Voy al lío.

Recientemente, para un estudio sociológico sobre el fenómeno de la ocupación de viviendas y a través de la UNED, entrevisté a personas que decidieron ocupar viviendas derruidas o con un deterioro importante en el mundo rural, a su vez en pueblos abandonados o semiabandonados.

Tuve la oportunidad de entrevistar a las personas que llevaban viviendo varios años de forma ilegal en la Casona de Ronzón, en el concejo de Lena, y que hoy la vi en las noticias por un (parece) inminente desalojo.

Vi con mis ojos cómo cultivaban las tierras que, de no ser por ellos, estarían solo con hierbajos.

Me contaron cómo rehabilitaron parte de la casa y de algunas casas adyacentes, en ruinas.

Me contaron todos los eventos culturales, acercamiento a otras culturas, clases de cocina y un largo etcétera que organizaron en los últimos años.

También me explicaron su frustración cuando pedían una cesión temporal de los terrenos, con la negativa de la Administración como respuesta.

Me contaron con una sonrisa que también a los vecinos les gusta que estén por ahí: dan vida a la zona.

Curioso, se indignan cuando los llaman “okupas”, con “k”; esa demonización que, según ellos, les pone la etiqueta de delincuentes.

Y, convencidos, me dijeron que lo que consiguió la Administración es que se reafirmasen más en vivir ocupando, como un modo de decir: “Así, no”.

Empaticé profundamente con la causa.

¿Sabes? Ante la impotencia de falta de alternativas, las personas creamos movimientos “desviados” que retan las leyes establecidas, para poder abrirnos un camino alternativo, sobre todo si el camino que te desdibujan es del tipo que os acabo de contar más arriba.

¿Sabes? Todos los movimientos sociales que han conseguido verdaderos cambios sociales para el bien de todos comenzaron superando algunas leyes.

Me estoy acordando de Rosa Parks, mujer negra que en 1955 decidió hacer caso omiso a la ley que le exigía dejar libre un asiento del autobús a los blancos, ¿te suena?

Ahora lo vemos como un acto de sentido común, ¿verdad? ¿Por qué una persona blanca es poseedora de más derechos que una persona negra? Pues antes, amigos/as, se veía como algo intolerable: estaba yendo en contra de la ley.

Las leyes establecen un marco en el que podamos movernos, es cierto. Y son necesarias: también es cierto.

Del mismo modo, no debemos olvidar que una ley que no ayuda a la sociedad a avanzar, en realidad, no la ayuda, la constriñe, la anquilosa: es necesario que poco a poco las leyes evolucionen para que den aire a los nuevos retos sociales.

Son precisamente los movimientos sociales los que retan a esas leyes, para que el conjunto de la sociedad podamos poner el foco en ese aspecto social y, tal vez, si estamos de acuerdo, avanzar en la conquista de más y más derechos.

Así, creo que es necesario que existan personas ahí fuera retando el “statu quo”, el “todo va bien”. Nos obliga a seguir avanzando como sociedad.

No estoy haciendo apología de la ocupación: estoy abriendo la puerta a que pase algo de aire fresco y, tal vez, a comprender la realidad que nos rodea desde un lugar donde veamos todas las perspectivas, y no solo la nuestra propia.

Cada caso, cada circunstancia es distinta. Aquí os estoy mostrando una parte de ella. Y desde mi propia perspectiva subjetiva, claro.

Sobre todo, creo que es importante quitar estereotipos y prejuicios.

Solo así podremos llegar a un punto de encuentro donde todas las partes nos veamos comprendidas, atendidas y respetadas.

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