Tolerancia
No hallaremos una convivencia armónica allí donde no se disponga o exista espíritu de tolerancia. La tolerancia supone respeto, comprensión, transigencia. Respeto hacia las opiniones y gustos de los demás. Respeto y reconocimiento especialmente de la inmunidad política y religiosa para quienes profesan otros credos distintos a los nuestros. La vida en sociedad tiene su fermento por recíprocas concesiones. Hay que decirlo ya, el respeto se define así: “Tener lo que uno desea obtener”.
La tolerancia es sinónimo de flexibilidad. Lejos de unas características que debieran ser una constante permanente en el comportamiento humano, fácilmente nos toparemos con la intolerancia. Difícilmente podrá establecerse con un mínimo grado de armonía un marco de convivencia sin que nuestra idiosincrasia incluya, al menos, un ápice de acomodo, de dejación; en realidad, de concesión al dictamen o resolución del otro, u otros, tratándose de grupos o colectivos.
Para que cada persona pueda exponer libremente sus opiniones, se hace necesaria la presentación del espíritu de tolerancia en toda la población. Si no estamos de acuerdo con el planteamiento de nuestros contertulios, expongámosles nuestras opiniones mirándolos de frente, exentos de gestos de inquisidores e iluminados. No estará de más decir que lo que le hace falta a la sociedad son personas tolerantes, sensatas, con inquietudes de aprender y abiertas al diálogo. Y sobran hombres necios. Los necios carecen de tolerancia y solo atienden a las llamadas de su mente aviesa. No polemicemos sobre determinados temas con los necios, es una pérdida de tiempo, además correremos el riesgo de convertirnos también en necios. De “Los sueños, la hora de todos”, de Francisco de Quevedo, tomamos esta sentencia: “Bien se le puede perdonar a un hombre ser necio una hora, cuando hay tantos que no lo dejan de ser una hora en toda su vida”.
Todos estaremos de acuerdo en afirmar que resulta muy difícil la convivencia humana y casi todos coincidiremos también, tras una honda reflexión, en que esa dificultad radica en la intolerancia, cuando nuestra actitud en las relaciones humanas debería tener un comportamiento más indulgente, que entendemos es una manera de engrandecer el sentido de la vida; so pena de vivir en la soledad, hemos de respetar las pequeñas vanidades de los demás. Se ha dicho que la humana sabiduría consiste en tolerar, pero sin olvidar que hay un límite donde la tolerancia deja de ser virtud.
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