Gistau. A tono bravo
Se ha ido David Gistau, el último de una tradición de columnistas iniciada por González-Ruano, Camba, o el mismísimo Umbral. Certero e hiriente, supo remover los sentimientos de sus lectores. Recuerdo su periodo en “ABC”, introduciendo aire fresco en el conservadurismo de la redacción. Columnista libérrimo que, como Unamuno, no se casaba con nadie y elevaba a arte lo del contra esto y aquello. El madrileño, barba hemingwayana que ya peinaba canas como amuleto, irradiaba vida en todo aquello que tocaba.
Se ha ido David Gistau, cinéfilo de los de antes. De los de José Luis Garci. De los de “Qué grande es el cine”. De los “Cowboys de Medianoche”. Y eso me causa aún mayor tristeza. No solo deja huérfanos prematuros a cuatro hijos, sino que nos deja a todos un poco desamparados. Dicen que lo bueno, si breve, dos veces bueno, pero David no debería haber sido tan breve.
Se ha ido David Gistau, y yo me lo imaginaba como aquel de la canción de Loquillo. “De capa y espada, armas y letras, gentil y canalla, gallardo y calavera. De Lope, el amor, la rabia de Quevedo, Espronceda, los Machado, Rocinante y Platero.” David escribía a quemarropa en legítima defensa, no compartía opiniones, dictaba sentencias.
David, maestro, que la tierra te sea leve.
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