Veracruz, esencia mexicana de Asturias

Es el gran puerto mexicano y la primera región naval de toda la república. En esta ciudad colonial del Golfo de México tan española y nativa arribó el conquistador Hernán Cortés con sus naves y sus marineros para alcanzar la gran conquista de México. La Villa Rica del Atlántico y aquella Vera Cruz de hace 500 años es hoy una urbe pujante y animada con su industria marítima y su sector de los servicios como punta de lanza de una economía dinámica que tiene en el turismo su gran valedor en unos momentos delicados y críticos para un país que busca mantener sus niveles de bienestar con una mejor distribución de su riqueza innata. Y en Veracruz los españoles, y asturianos por más señas, han encontrado en este enclave mexicano esa tierra de promisión y aliento que los acogió con sentimiento y benevolencia. Un lugar de riqueza natural y agradecida al servicio de unos emprendedores que hace más de una centuria recalaron en estos pagos atlánticos en busca de mejor vida y nuevas oportunidades. Y bastantes lograron ese sueño de convertirse en indianos de casona, palmera, haiga y beneficio para sus entornos de origen. Ese perfil tan colonial y estiloso que marcó una época, una manera de ser y todo un comportamiento de engrandecimiento societario.

La “cuatro veces heroica” Veracruz vive siempre sujeta a la diversión y al mercantilismo popular en su plaza de armas o Zócalo festivo. Las orquestinas, los mariachis, las marimbas y la música danzonera reparten sus notas en clave de Sol casi todos los días, especialmente los fines de semana intensos en un alarde de ánimo y fiesta bullanguera. No olvidemos que en este destino nació "La Bamba", esa canción internacional arropada por los norteamericanos yankis y emblema musical y promocional de la ciudad de Cortés. Y aquí se desarrolla uno de los Carnavales más locos del mundo. Los jarochos, los habitantes de Veracruz, lo dejan todo durante una semana para entregarse de lleno a esa fiesta descarnada y brutal. Y entre tanto jolgorio, baile y diversión, los españoles de hoy ven pasar la vida en su trajín laboral y austero. Precisamente en la vieja peluquería del centro histórico, Fígaro, frente al aparcamiento privado Principado de Asturias y regentada por el popular profesional D. Miguel Gil Escamilla, las tertulias, el ambiente amistoso y el mentidero en toda regla se dan la mano, mientras los afeitados a navaja y los cortes de pelo se suceden sin tregua. Y la realidad social y laboral de la urbe jarocha se disfruta a fondo entre la sapiencia recordatoria de D. Miguel y la risa sarcástica de su sobrino Carioca. Y si hay que hablar de españoles en Veracruz, siempre sobresalen los asturianos como ejemplo de trabajo sin horario y nobleza de espíritu. Y de todos ellos hizo historia y fortuna Rafael Venta Cabrales con cantinas populares, tienda de abarrotes (los ultramarinos nuestros) y negocios diversos, hoy en manos de sus herederos y dejando impronta en todo el Estado de Veracruz. La firma Miravalles de maderas, muebles y tecnología punta sobresale en la ciudad. Rafael Venta alternaba en los años treinta con el entonces presidente de la República Adolfo Ruiz Cortines, toda una garantía de influencia y prosperidad. Y otros asturianos con peso en este puerto atlántico responden a los apellidos Zapico, Blanco y Bernardo, de Laviana; Canteli, de Bimenes, con base profesional en Puebla; Benjamín Gutiérrez, del occidente astur, en automoción; Matías Rodríguez, de la zona oriental asturiana, un cantinero famoso muerto en un asalto a su negocio; Alfredo Fernández Lamuño, de Oviedo, con raíces en San Mamés, en San Martín del Rey Aurelio, quien regenta el hotel Imperial en el Zócalo, el más antiguo de todo el Estado, de 1794. Por este inmueble pasaron muchos políticos y personalidades de la vida pública mexicana. Sus fotos y recortes de prensa recuerdan esos momentos. También Fernández Lamuño está al frente del hotel Global Express y su restaurante El Hórreo, de cocina mexicano-española. Su encargado de cocina, José Peixoto, tiene proyección en toda la ciudad. Y gentes de Llanes, Villaviciosa, Siero o Cudilllero mantienen sus negocios bien financiados y manteniendo el nombre de Asturias como marchamo de calidad y nombradía. Un paradigma es Ezequiel Guzmán, ingeniero marino y hotelero animoso a la vez que secretario entusiasta del Casino español. Sus raíces pixuetas lo delatan y siempre pone por delante su procedencia asturiana. La hostelería en estos contornos del Golfo de México tiene base astur. Los hoteles generalmente son de capital gallego. Las panaderías son de inicios libaneses y las ferreterías de origen judío. D. Miguel Gil, buen conocedor de la idiosincrasia de su ciudad, lo enuncia con claridad meridiana y platica con gusto sencillo todo lo bueno que ha ofrecido y ofrece esta urbe colonial e histórica. Habla con nostalgia de otro tiempo más feliz y cuando se vivía de manera más cómoda y segura. Hoy para él los tiempos han cambiado, pero se mantiene la esencia de una ciudad portuaria y benefactora donde los españoles en general y los asturianos en particular han contribuido con sus ideas y su esfuerzo a convertir Veracruz en una referencia muy hispánica y generadora de sentimiento, pasión y verdad.