Mi podóloga es una eminencia
No sé a cuento de qué mi podóloga, mientras me atendía con la mejor de sus sonrisas, me ha dicho que las uñas siguen creciendo después de morir. Creo que lo ha hecho por venganza, por lo mal que lo ha debido de pasar curándomelas.
Reconozco que llegué con ellas es un estado tan lamentable que me daba vergüenza mirarlas, por lo que no me extraña su reacción, pero me ha alarmado el hecho de que me hiciera tantas fotos, supongo que para echarme en cara el antes y el después, para regodearse haciéndome ver la ruina de mis uñas y para presumir de eficacia y profesionalidad con un resultado muy evidente.
También me ha comentado que me van a seguir creciendo los pelos después de palmarla, lo que me ha parecido una broma de mal gusto porque salta a la vista que me estoy quedando calvo.
Me he tomado la libertad de informarme de las manifestaciones de mi podóloga y he podido comprobar que para que las uñas crezcan tendría que haber una producción de nuevas células y eso no puede suceder sin glucosa. No es que las uñas crezcan, sino que la piel que las rodea se retrae, a medida que se deshidrata, haciéndolas parecer más largas.
En cuanto al pelo, cuando el corazón deja de surtirle oxígeno al cuerpo, el suministro de energía se agota y cesa la división de células que hace que el pelo crezca. Lo mismo pasa con la piel de la barbilla de un muerto. Se retrae y hace que los vellos sean más prominentes.
Sinceramente, no me he quedado del todo tranquilo porque mi podóloga es una eminencia y al fin y al cabo mis informaciones proceden de la Wikipedia. Tendré que seguir investigando más a fondo antes de morirme no vaya a ser que tenga razón. Lo de los pelos no me importa, pero unas uñas desmesuradas no me molan nada, por aquello de la imagen.
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