Renacer (y "el mi HUCA")
La vida, la del día a día, transcurre sin apenas darnos cuenta. A medida que nos facemos vieyos, ¡cada vez más deprisa! (esto es un aviso a navegantes). Gritaría al mundo entero que hay que apurar cada segundo.
Afortunadamente, el de arriba no falla. Le doy las gracias ensin aparar. El 9 de octubre pasado díjome: “Pepín, voy dejate un cachu más”.
Yo había oído o leído que diariamente (si se puede, claro) convenía caminar, al menos, unos 10.000 pasos (otra opción algo más cara y que practican otros es acudir a un gimnasio). En esa idea estaba cuando salía de oír misa en la capilla del asilo de ancianos de Pola de Siero. Berta, la señora de portería, fue amable conmigo –como siempre–y me dejó la llave de los servicios de la planta baja. Terminé lo mío, devolví la llave y salí a la calle Belarmino García Roza. Enseguida, sentí una fuerte opresión en el pecho, me senté en un banco y llamé por el móvil a mi mujer, Piedad, la que cuida, cuidó y espero que cuidará de mí más que lo que se cuida a un hijo pequeño.
No siempre se tiene el móvil activo y no siempre se apercibe uno de las llamadas entrantes; ese día, ella sí. A los pocos minutos apareció para recogerme y me llevó al centro médico, de donde me derivaron al HUCA. Allí me recibió la atenta doctora Soto y tuve la fortuna de que estaba de cirujano de servicio el doctor Morales, un magnífico cirujano guanche (canario) al que nunca estaré lo bastante agradecido. Estuvieron conmigo desde las tres de la tarde hasta las nueve de la noche. Luego pasé una semana en la UCI y otra en planta.
En la UCI me atendieron magníficamente las enfermeras (entre las cuales se encontraba la señorita Vigil Escalera), ATS y auxiliares de planta; allí recibí las visitas de todas ellas, del cirujano y de mis queridos hijos. Algunas de las auxiliares, como Azucena, Ángela y Pepi, fueron compañeras de mi mujer.
En la visita del doctor Morales en la UCI, este tuvo un detalle de su natural buen humor. Dígame: ¿cómo le sucedió esto? Yo comencé a referirle que salía de misa... y me respondió: no vaya a misa; después, cuando me dieron el alta, me dice: ya puede ir a misa.
En resumen, que no dispondré de tiempo suficiente para agradecer a todos ellos y al de arriba sus cuidados.
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