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Soy aldeano, ¿pasa algo?

21 de Febrero del 2020 - José Manuel Alonso Blanco (Oviedo)

Hace años, cuando trabajaba en el antiguo MOPU, la subcontrata que hacía los puentes de la Autovía del Cantábrico era gallega.

Uno de sus trabajadores me decía que era de “Ourense capital”.

Le daba mucha importancia al término capital, pues no era de una pobre aldea de la provincia orensana.

Un compañero, trabajador del MOPU, me decía que venía de la “pila cuchu” y que vivía casi en la calle Uría.

Me preguntaba: ¿cómo os arregláis los aldeanos para comprar un piso en la urbe?

Como decía el Quijote, “cosas veredes, Sancho”.

Vemos que hay un fuerte enfrentamiento entre la aldea y la ciudad.

Antiguamente la aldea era pagana y la urbe cristiana. La vida en la aldea era dura y en la ciudad más cómoda, de ahí la emigración desde los pueblos rurales a las grandes ciudades.

Algunos pastores de los Picos de Europa, con un trabajo duro y poco rentable, emigraban a las megalópolis (algunos trabajaron en la Mercedes alemana). Pasaron de cuidar ovejas a fabricar coches. Después cuando llega la jubilación, vuelven de nuevo a su aldea. La formación de estos pastores exiliados es distinta a la de los lugareños que no han salido del pueblo. A veces hay choques culturales, podemos definir varios tipos de culturas:

- Campesina: conocida por todos.

- Cosmopolita: relación entre la aldea y el mundo exterior.

- Tecnológica: es retroprogresiva, hay que rehabilitar lo viejo.

- Profesional y vital: es la de los nuevos pobladores que llegan a la aldea.

Podemos decir que la cultura aldeana es ecosocial.

Cuando circulamos por la carretera estamos usando un bien comunal. Pero, para su buen uso, existen unas reglas que todos los conductores debemos cumplir para que así la entropía sea mínima.

En la aldea existen también bienes comunales, pero su uso y disfrute tiene que ser racional.

La vida de los pastores en las majadas, cabañas y pastos de verano he dicho que es muy dura y, por tanto, los pastores tienden a la extinción.

Esto es de gran importancia. El campesinado con sus ovejas está creando paisaje (lagos de Covadonga); además, los animales, al pacer, limpian el monte, y así se previenen los incendios forestales, contribuyen a rebajar la huella de carbono y además nos dan productos (leche, quesos, carne y materia prima para hacer vestidos) de utilidad.

Podemos decir que el aldeano es un artista del paisaje a escala 1:1.

El problema de los urbanitas es que van al campo con su cultura urbana y además la quieren imponer; así empiezan los conflictos.

Pero, como Sócrates, preguntamos: ¿qué es ser aldeano?

Es vivir en un mundo muy cerrado.

¿Los habitantes del barrio de Salamanca son aldeanos?

Pues a lo mejor sí. Aparte de su alto nivel económico, puede que salgan muy poco del barrio y si lo hacen cogen el avión, trasladándose a una megalópolis de 15-20 millones de habitantes, la cual tiene un comportamiento similar al cáncer, hablando en términos demográficos.

Es decir, son aldeanos de alto standing, van de urbe a urbe, algunos no pisan el campo.

El urbanita no sabe ser aldeano, tiene una mala adaptación al medio rural, enseguida pregunta por una hamburguesería, gimnasio, etcétera; en cambio, el aldeano se adapta mejor a la ciudad, pronto se orienta y sabe coger el metro y desplazarse de un lado a otro sin dificultad.

Resumiendo, por favor, que no se extingan los pastores, ayúdenles con incentivos fiscales, telecomunicaciones, pistas de acceso al monte, etcétera, pues lo más valioso de Asturias es el campo, de ahí nuestro “Asturias, paraíso natural”.

Volviendo a Sócrates: ¿construimos paisaje con ovejas o convivimos con los incendios (creando parques de bomberos caros) forestales, cada vez más agresivos?

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