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La verdad sobre Gumersindo Gómez Antón

17 de Mayo del 2010 - M.ª Socorro Galindo Pondal (Calpe (Alicante))

Contestando a Ernesto Conde: «Mitos y anécdotas de la Revolución de Octubre».

LA NUEVA ESPAÑA, viernes, 27 de noviembre de 2009

El autor destaca en su artículo que «un vecino de Oviedo denunció ante los revolucionarios dónde vivían los dos curas, a los que luego mataron a tiros en el mercado de ganado de San Lázaro». Y señala a Gumersindo González como autor de la denuncia (es Gumersindo Gómez Antón el que vive en La Funeraria, con su familia, en 1936 ). Y añade: «El denunciante pagó con la vida su vileza». Permítame que aclare algunos puntos.

En 1936 unos individuos ataviados con el uniforme de Falange detuvieron a Gumersindo Gómez Antón y a su esposa Olvido Díaz Fernández. Era noche cerrada (entre mediados de noviembre del 36 y principios de enero del 37). Yo acababa de acostarme en una habitación del primer piso de la Quesería, cuyo balcón quedaba casi enfrente de La Funeraria. De pronto el silencio se rompió con el motor de un coche que se apagó muy cerca de nuestro balcón. Y se oyeron fuertes golpes en la puerta de una casa. Seguidamente, gritos, insultos, blasfemias y una voz de mujer gritando «¡No me lu llevéis!, ¡no me lu llevéis!»... Y golpes y gritos de dolor… Luego, silencio... Se oyeron dos portazos y el coche se puso en marcha.

Yo recuerdo que se decía que la esposa apareció en el Campo San Francisco descalza. De él no recuerdo haber oído nada. Los detalles que usted menciona me parecen pura fantasía... No había electricidad, era noche cerrada. Y sólo nos alumbraba una vela, que incluso apagábamos pronto, por temor a la escasez. Era imposible ver nada en aquella fría noche de invierno. La casa de La Funeraria era una modestísima casita de planta baja y un piso, así que lo de la familia descendiendo las escaleras de la casa, etcétera, etcétera y el marido firme y pálido es pura imaginación... La mujer escoltada por la calle de Altamirano abajo…, ¡imposible! Iba dentro de un coche con los individuos ataviados con el uniforme de Falange.

Al día siguiente aparecieron los cuerpos de toda la familia muertos a balazos en el Campo San Francisco. Eso no es cierto.

Hace años que trato de aclarar esa terrible noche de la «saca» de Olvido y Gumersindo.

Soy socia de la organización Todos los Nombres, y gracias a su presidente, Luis Miguel Cuervo, tengo los certificados de defunción del matrimonio y dos hijos; los de los otros dos hijos están en los Archivos Militares del Ferrol, y espero conseguirlos pronto.

Y cuando los consiga alguien tendrá la dignidad de publicar la historia de la familia Gómez Díaz.

La vileza de Gumersindo hay que probarla, para que sus víctimas descansen en paz. Es muy sospechoso que cuando se terminó la Revolución del 34 nadie le denunciara, a pesar de que usted afirma que en la calle de San Antonio cada vecino sabía «quién era quién» en el barrio, incluido su sentir político.

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