"In memoriam" de mi compañero don Florentino Quevedo
Esta semana hemos despedido a mi querido amigo y compañero don Florentino Quevedo. Me entristece la pérdida, pero nada podemos hacer ante el irremisible paso del tiempo, y 100 años, no podemos negarlo, es una larga vida.
Resuena en mi memoria su voz cuando al otro lado del teléfono le oía responder a mis llamadas: “Hola, compañerina”. Sin duda, otros colegas y sus clientes le conocieron y trataron durante mucho tiempo, yo le conocí y traté como compañero, ya mayor, cuando estaba cerca de los 90 años, y guardo de él la imagen de una persona jovial, sonriente, un caballero, un abogado siempre dispuesto a dar la batalla por el caso y por su cliente, y, a sus años, dispuesto a estudiar y a aprender. Manejaba el móvil, las bases de datos, el ordenador, el correo electrónico…, no era, desde luego, de esos abogados que se resisten a adaptarse a los tiempos o se aferran a sus viejos usos, no: era una persona en constante crecimiento intelectual, entusiasta y positivo. No tengo duda de que fue eso, precisamente eso, lo que le permitió disfrutar de una larga vida.
Tuve la suerte de trabajar en colaboración con él en algunos asuntos y, sobre todo, de aprender de él. Don Florentino lo sabía todo de minas, montes, expropiaciones, pero también sabía escuchar al otro y reconocía y ponderaba los méritos y conocimiento de sus compañeros. Fue para mí un honor, tengo que decirlo, contar con su aprecio y reconocimiento como colega. Su ejemplo de tesón, esfuerzo, vocación y trabajo en esta maravillosa profesión nos influyó a todos, fuimos muchos los que con orgullo presumimos de que el decano, de verdad decano, de la abogacía española ejercía en Cangas del Narcea, y lo pusimos de ejemplo a nuestros colegas más jóvenes, no en vano yo actué con él en los tribunales cumplidos por él los 97.
Mi último adiós a un buen abogado y un buen hombre, y recordar que, como dijo Lope de Vega, “la muerte para aquel será terrible con cuya vida acaba su memoria, no para aquel cuya alabanza y gloria con la muerte morir es imposible”.
Envío mis condolencias a sus hijos, nietos y familiares, pero también a la comunidad de abogados y juristas de Cangas del Narcea, pues hemos perdido a un brillante compañero. Descansa en paz, querido amigo, perdurarás en nuestro recuerdo.
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