Relaciones exteriores, interiores y mediopensionistas
Estamos en unos tiempos muy especiales, en los que domina el “abrumador trabajo político”, sin resultados de gestión; los gastos y subvenciones “buenistas”, sin ninguna fiscalización; la información, sin contenidos específicos ni contraste de pareceres; las promesas sin realización; las decisiones institucionales, sin atribuciones legales de competencia.
Acabamos de salir –¿o no?– de una nueva fórmula progresista: el Gobierno “definitivamente provisional”, sin mayoría absoluta y sin término previsible. ¿Cuenta esta fórmula con el consenso de la oposición, como se pretende con los Presupuestos del Estado? ¿Se ha expuesto con claridad esta genialidad a los ciudadanos? ¿Qué alternativas se presentan a esta situación kafkiana? ¿Cuántas veces más se podrá presentar el mismo candidato a la presidencia, tras ser reiteradamente recusado? ¿De verdad hemos alcanzado el nirvana de la provisionalidad definitiva? No buscamos la ironía. Estamos asistiendo a situaciones prodigiosas: el “okupa” tiene ya derechos prioritarios sobre el propietario. El inmigrante ilegal es tratado con más consideración que el español que regresa a su patria. El servicio “Frontex” (Fronteras Exteriores de Europa) postula el trato igualitario por los diversos países de la UE; pero unos y otros presumen de “buenismos” diferenciales interesados.
En el proyecto de descarbonización energética nos gloriamos de ser más rápidos y eficientes que ninguno, y anunciamos la utilización de biocombustibles como si no contuviesen carbono en sus polímeros orgánicos y no pudiesen generar CO2, con las consiguientes tasas fiscales.
Las contradicciones se manejan sin reparos: Cataluña, el País Vasco y otras CC AA se desgañitan para salir de España con ayudas presupuestarias españolas y pretenden ingresar en la UE como independientes. ¡Olé! Este disparate no es privativamente hispano, se “cocina” también en Francia, Reino Unido (pero menos), Bélgica, Italia y Alemania, y otros países de la UE, y es más contagioso que el coronavirus. Los que están fuera quieren entrar, como Serbia y Croacia. Los que están dentro quieren salir, como el Reino Unido, con un “brexit” de condiciones especiales. Así, igual nos vamos todos.
Otras tácticas de convivencia buscan su apoyo en el cabildeo, el engaño y la confusión lingüística arteramente cultivada, que sólo la Constitución y la RAE pueden desenmascarar. La política no puede sustituir arbitrariamente al Derecho, que la contiene irreversiblemente. El Estado implica la posesión de nacionalidad; pero la nación (con minúscula) no es lo mismo que el Estado, ni ambos conceptos están en correspondencia unívoca como se demuestra en Suiza y en Canadá; ambos estados con varias lenguas. Inversamente, la lengua española se habla en varios estados del mundo, y se registra como su idioma nacional.
Los dialectos no son necesariamente idiomas, por muy cooficiales que se apañen políticamente, y así en Asturias, contra su propio estatuto, se pretende fabricar una lengua astur con aspiraciones de cooficialidad, a partir de un popurrí de dialectos bables y sus afines históricos y geográficos, mezclando hablas astures del centro; del Este (con influencias cántabras y montañesas), y las hablas del Oeste (con afinidades gallegas, repartidas en áreas como las de Salave-Coaña y Oscos-Veiga), a las que aún podríamos añadir vías al Sur del Principado, desde El Bierzo hasta Cáceres, que son la lógica consecuencia de los viejos movimientos “vaqueiros” con el ganado trashumante.
Hoy se registran en el mundo más de 6.000 lenguas en rápida recesión (la mayor parte moribundas). Los sociológicos y lingüistas serios dicen que se pueden censar 181 (ciento ochenta y una) lenguas vivas de verdadero interés, y realmente prácticas son las 14 (catorce) internacionales.
Contra lo que algunos predican, la mayor “riqueza” de dialectos no implica mayor nivel cultural y de prosperidad social. Los hechos cantan: Nueva Guinea, 830; Indonesia, 719; Nigeria, 514, no son paraísos apetecibles.
Según datos de “Le Monde”, que ordena las lenguas internacionales por población mundial, las primeras son: chino-mandarín, inglés, hindustán, español, ruso, francés, alemán, japonés, malayo, portugués, bengalí y árabe, y señala que el ruso y el alemán están en claro retroceso, mientras que el español y el árabe crecen. Así de milagroso es el futuro.
José María Casielles Aguadé
Oviedo
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