Igualdad del hombre y la mujer
Existe, en mi opinión, un Creador del Universo, un escalón superior al hombre y diosecillos ficticios inventados por todas las religiones. Este Ser Supremo creó al ser inteligente: hombre/mujer, macho/hembra. Cada uno en su biología natural de hombre expresará sus instintos naturales, que lleva impreso en sus genes, en su ADN. Los creó perfectos, con sus correspondientes derechos y deberes según su biología natural (género, invención cultural del hombre). Los creó iguales, pues la igualdad consiste en dar a cada uno la perfección según su diferencia.
El feminismo. El hombre (hombre/mujer) inventó el feminismo. Hay varias modalidades de feminismos, con diversas fases. Su origen como movimiento colectivo (Club de Mujeres) se remonta a la Revolución Francesa. Para un octogenario como yo, y para otros muchos más, se presenta como la ceremonia de la confusión. La RAE lo define como un “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”. Se están distorsionando los valores con el invento de la ideología de género. Son dos mentes que juegan en diferentes campos psicológicos y diferentes frecuencias. El hombre no entiende a la mujer, y viceversa.
El feminismo no debería buscar la superioridad (“hembrismo”) o inferioridad de la mujer respecto del hombre. Marcuse apunta que el movimiento (feminista) lucha por conseguir la igualdad en lo económico, en lo social y en lo cultural; y superar la dicotomía hombre/mujer desapareciendo el patriarcado. No es feminismo querer ser igual que el hombre cuya bandera es la hombría (vestir, palabras, gestos, hechos, con tetas fuera y otras algazaras…). La mujer, colectivamente, debe mirar en su interior y con su fuerza y con las armas de las denuncias y reproches públicos luchar contra el machismo, e individualmente.
La femineidad y la homoidad tienen un carácter abstracto de esencia que se encuentra en potencia y se hace presente en el hombre y la mujer concreta. La esencia de la femineidad se manifiesta en la mujer; la homoidad, en el hombre (Heidegger). Cada uno de estos roles tiene sus propios límites, que los ponen la propia naturaleza y la biología. La “general” Patricia Ortiga asegura que el feminismo “no es tema de mentalidad política, es un derecho humano que extrapola el género y es de todos”. La maternidad no puede ser un problema personal y privado, porque es “un gran asunto de Estado” (Carmen Calvo en funciones. Plan de igualdad). La maternidad no debería ser nunca un obstáculo cuando entra la mujer en el circuito laboral, económico y cultural.
Si se repasa la historia, no hay hombre -desde el Papa, el emperador… pasando por el hombre más duro y helado de corazón y brutalidad, hasta el hombre más humilde (hay excepciones)- que se pueda resistir a una tierna mirada, sonrisa, halago… de una mujer, y menos cuando busca los favores propios de mujer. No me cabe duda de que el cuerpo de la mujer es tan perfecto que, custodiado en una vitrina, sería digno de admiración si careciera de las servidumbres naturales.
En mi opinión, encuentro a la mujer superior al hombre por biología natural, y para encubrir esta inferioridad el hombre busca su superioridad en la hombría, fuerza y en el género… que lleva en su ADN; frente al ADN de la mujer, que carece de estas características, pero está dotada y las sustituye por ternura, sensibilidad, amor… El cuerpo de la mujer es, por su naturaleza, perfecto para el fin que fue creada, es una fábrica de hacer nacer al ser humano (cierto, con participación del hombre, que necesita que la fecunde). No hay momento más grandioso y lleno de ternura y sensibilidad que “una mujer amamantando a su cría”. Este acto y momento están por encima de toda la grandeza del hombre.
La mujer solo se somete y humilla ante el hombre por razones que no puede evitar: por temor a la violencia, malos tratos psíquicos y físicos, abandono; buscar protección para la prole; se somete por la naturaleza de mujer para seguir la procreación, y cuando cae en los brazos del ciego embrujo del amor y por el predominio de la costumbre de la cultura.
Se mantiene el error de que el hombre conquista a la mujer, cuando, en realidad, es la mujer la que le acepta o rechaza. Hoy día parece que se ve bien que la mujer dé el primer paso en el galanteo del amorío. El hombre tiene como epicentro a la mujer. “Vencer no es convencer”, mutatis mutandis (Unamuno). La mujer, por naturaleza y estadística, es superior al hombre: “los hombres se matan entre ellos, y cuando enferman o envejecen es la mujer la que los cuida y entierra”. ¡Y lo llaman sexo débil en todos los sentidos! “La mujer admira y mata por el hombre. El hombre mata por el oro y, colateralmente, por la mujer”.
Mujer, presenta con orgullo tu feminidad. Es necesario e imprescindible educar a los hombres desde niños en la cultura del respeto y sensibilidad a la mujer en todos los sentidos. Y también sería necesario, en mi opinión, y que nadie me tache de machista, educar a la mujer en la cultura del respeto en los actos y comportamiento en el vestir hacia el hombre, al menos, en las ciudades y ciertos lugares audiovisuales públicos. La mujer también debe ser educada, no en lo religioso, que también, sino principalmente en ciudadanía, moral y ética.
No excederse en la amplitud de escotes y cortedad de faldas, mostrando lencería y zonas “adláteres”, ni “pantalones elásticos, marcando boca” (una feminista), haciendo gala de sus encantos naturales, para que se dé equilibrio entre unos y otras. Dudo si lo hacen por comodidad y alivio o, mejor, por “malsana, provocativa y lasciva” intención y coquetería hacia el hombre.
P. D. Pido disculpas si he menoscabado la sensibilidad de alguna persona. Es una simple reflexión de un octogenario.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

