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Generalidades sobre el coronavirus

14 de Marzo del 2020 - José María Casielles Aguadé

Comencemos diciendo que los virus son microorganismos muy simples, y frecuentemente patógenos (es decir, productores de enfermedades), que se han de introducir en una célula (estructura biológica superior) como parásitos, para vivir y reproducirse (son, pues, parásitos obligados). Los virus están constituidos por material genético, y disponen de una cubierta de proteína que se completa, a veces, con una ligera capa de lípidos o grasas que incrementa su supervivencia fuera del hospedador. Esta supervivencia se estima en horas por algunos investigadores y en pocos días por otros. Interesa establecer con precisión este tiempo, pues influye mucho en los fenómenos de contagio. Como los lípidos son solubles en alcohol, se aconseja la desinfección de las manos con este producto.

Los coronavirus, responsables de la epidemia 2019-2020 originada en Wuhan, y conocidos técnicamente como COVID-19, son una familia de virus que guarda gran similitud con el virus SARS, responsable de la epidemia SARS 2002-2003. El coronavirus cursa con una sintomatología de fiebre alta (38-40º C), tos seca, dificultades respiratorias, escalofríos y dolor de cabeza. Se recomiendan como medidas preventivas elementales el lavado regular de las manos (el jabón elimina las grasas) y la cobertura o protección de la boca, la nariz y los ojos. Recordemos que el origen se produjo en la localidad china de Wuhan el 8 de diciembre del 2019. Las primeras muertes, entre el 9 y el 16 de enero de 2020, atribuidas a fallos cardiacos y neumonía.

En España:

El primer caso se produjo en La Gomera (Canarias), el 31 de enero del 2020, en un alemán infectado en su patria. El 8 de marzo se registraron en Alemania 617 contagios y 17 muertos.

En Italia: Este país, con 60 millones de población, presentó su primer caso el 21 de febrero.

El 2 de marzo contaba ya con 2.000 contagiados y 52 muertos. El 8 de marzo 16 millones de italianos están sometidos a restricción de movimientos. Proporcionalmente a su población, es el Estado europeo más afectado.

Fallecimientos por edad:

Es interesante notar que, a nivel general, la letalidad o mortalidad de los contagiados aumenta sensiblemente con la edad: 60 años (1,5%), 60-70 (3,6%), 70-80 (8%), mayores de 80 (15%). Los niños y jóvenes presentan una letalidad muy baja, pero son posibles portadores asintomáticos.

Consideraciones sobre la incidencia, medicación y recuperación

Vacunas y otros medicamentos:

En USA se espera disponer de una vacuna para abril de este año.

China tiene en desarrollo avanzado medicamentos contra la neumonía verdaderamente eficaces, especialmente el Rendesvir. También han comprobado experimentalmente que la Cloroquina actúa como inhibidor del coronavirus.

Tailandia ensaya una combinación de Lopinavir y Ritonavir.

En España, la compañía farmacéutica Genómica ha puesto a punto un test de alta fiabilidad para la detección objetiva de contagios.

Como oficial de complemento del arma de ingenieros del Ejército, me he interesado siempre en la guerra NBQ; es decir, nuclear, biológica y química. La guerra química se desarrolló por los alemanes en la contienda 1914-18 con los gases de combate. Se hizo tristemente célebre con el empleo de la Iperita, un compuesto clorado empleado en el sector de Yprés durante la Primera Guerra Mundial. Los bombardeos americanos de Hirosima y Nagasaki pusieron brutal término nuclear a la II Guerra Mundial. Afortunadamente, la guerra biológica no ha salido de los laboratorios, y pidamos a Dios que no salga nunca, pues la pandemia de coronavirus muestra terribles potencialidades bélicas. Se perfilan perfectamente las consecuencias de una hipotética guerra biológica, por sus evidentes repercusiones en salud pública y en economía. Las cifras estimadas están entre 2,4 y 9 billones de US. $. Me parecen exageradas, pero no tengo preparación técnica para discutirlas.

Medidas preventivas:

Sorprenden, en primer lugar, los clamorosos fallos estimativos de organizaciones internacionales: La OMS consideró inicialmente un periodo de incubación del COVID-19 de 14 días, para luego ampliarlo a 24, aún con dudas, lo que condiciona gravemente la eficacia de los proyectos preventivos. Todos los análisis epidemiológicos arrojan diferencias muy sensibles de la progresión de la enfermedad en los diversos países afectados, lo que pone en evidencia la falta de coordinación internacional en las medidas preventivas.

No se conocen aún la causa originaria del brote de Wuhan y las responsabilidades consiguientes de chinos o extranjeros.

Datos y parámetros de la macroepidemia (todavía no se reconoce oficialmente la pandemia) se ignoran. Resultan excesivamente volátiles e inseguros los números reales de contagiados, las cifras de letalidad (muertos) y, por tanto, la relación exacta entre ellos. Esto es inaceptable, porque consideramos importante la relación entre el número de contagiados por área y la población de ese espacio, que expresada en %, mediría bien las diferencias regionales y la progresión diaria de la epidemia en cada sector.

Todos quienes tenemos experiencia política sabemos bien que las gestiones ministeriales están hoy altamente tecnificadas. Es, pues, lamentable que eso no encuentre reflejo en la titularidad de las carteras, agravando la solución correcta de los problemas. Estimamos necesarias y urgentes las siguientes medidas: Reunión de expertos sanitarios en epidemiología y virología. Llamada a la colaboración de empresas farmacéuticas especializadas en tests de control y tratamientos antivíricos. Reducción de los tiempos en el protocolo de aprobación de esos medicamentos. Consultas a asesores chinos y franceses expertos en el proceso de recuperación de afectados. Mayor rigor en los controles sanitarios de las aduanas a visitantes.

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