El coronavirus catalán
Los romanos, hace 2.000 años después de más de 200 de enconadas luchas, donde muchos de sus generales más famosos sufrieron humillantes derrotas, logran conquistar aquella brava Hispania y declararla provincia romana.
A partir del Siglo V los visigodos conquistan la Península, hacen de Toledo su corte y la convierten en una gran nación.
En el 711 llegan los árabes, y por un conjunto de causas desafortunadas derrotan a don Rodrigo y en unos 7 años se adueñan de la Península. Los asturianos no se rinden, los derrotan en Covadonga y después de ocho siglos de continuo guerrear logran otra vez la unión. Portugal desafortunadamente no se integra.
España surge como la nación más fuerte y poderosa no ya de Europa, del mundo y centro del mayor Imperio conocido, donde nunca se ponía el sol. Sus hombres protagonizaron grandes gestas y descubrimientos.
Hoy vascos y catalanes se quieren separar de esta vieja nación, como si fueran unas vulgares colonias. Y aquí empieza lo que yo no entiendo. Dicen no ser regiones sino naciones históricas, cuando ni la una ni la otra fueron reinos ni repúblicas. Decenas de regiones y provincias podrían presumir de eso a lo largo de la historia.
Pero centrémonos en Cataluña. España nos roba, es una de sus más repetidas y falaces matracas. Pero yo creo que fueron ellos los que, no digo robar, pero sí que se aprovecharon del resto de España. Los catalanes son trabajadores, inteligentes y emprendedores, pero no más que el resto de los españoles. Hace unos 200 años, Fernando VII para proteger su incipiente industria, en particular la textil, instauró unos fuertes aranceles, cuando no prohibiciones a las importaciones, principalmente inglesas y así poder ellos vender sus productos al resto de España a más jugosos precios, cosa que se prolongó hasta hace bien poco. Se quedaban con materias primas, ahorros y gente joven más o menos formada de regiones más atrasadas; montaban sus fábricas y empresas y hacían sus negocios, pues tenían un buen mercado en el resto de España.
Siempre fue una de las regiones donde el Estado más se volcó en ayudas e inversiones. Véase la red actual de autovías y AVE. En absoluto critico todo lo anterior dicho. Una Cataluña rica y próspera nos beneficia a todos.
“España no nos quiere”. Otra enrevesada mentira. Aun hoy con toda esta sinrazón absurda que se fraguó, la inmensa mayoría de españoles, incluidos los catalanes, aman a Cataluña. Pero hay una minoría de catalanes que aquí no son bien vistos, porque ellos sí que no aman a España ni a su región. Y lo peor, ellos se creen Cataluña. Por otra parte, tienen que comprender que lo mismo personas, regiones o naciones ricas deben cooperar en mayor medida al bienestar general. Véase Madrid o las naciones ricas de la CEE y no se quejan tanto.
Quieren una república independiente, cuando ni la Constitución ni las leyes lo permiten. Fueron ellos los que en referéndum más síes metieron en las urnas, y más cláusulas propusieron para blindarla, temiendo que en el futuro alguien quisiera reformarla para recortarles unos derechos que nunca soñaron conseguir. Y ahora quieren derogarla. Vivir para ver.
Europa es el continente más civilizado, rico y con un mayor bienestar social, pero tiene una fragmentación territorial muy fuerte. Estamos en proceso de unión lento y difícil, que ya está dando sus frutos en el campo económico, social y de convivencia, con 75 años de paz, cosa aquí nunca vista si pasamos por alto las guerras fratricidas de los Balcanes, que desmembraron Yugoslavia en un montón de mini estados. Terrible aquello y desaconsejable por donde quiera que se mire. El futuro está en la unión y la fraternidad. Pobre España y pobre Europa si no lo entendemos así.
Y ¿por qué estamos negociando lo innegociable? En ninguna nación se haría en un caso como este. En EE UU cuando un grupo de tejanos pidieron la independencia les contestaron: “Denegada la petición por contraria a las leyes y Constitución estadounidenses”. Y aquí paz y después gloria.
Se dice sin que nadie se ponga colorado que este estado de crispación es debido a anteriores gobernantes, que no quisieron negociar. Otra gran mentira. Se habló y se negoció mucho, demasiado. Lo que pasa es que algunos, con mala fe, confunden hablar con claudicar. La cosa está muy fea y con visos de empeorar. Ojalá me equivoque.
Mi humilde opinión. Menos cháchara y más firmeza. Se hicieron muchas cosas muy mal. Una sola; hace 20 años un novato jefe de la oposición dijo y repitió varias veces a través del tiempo, que cuando él estuviese en la Moncloa lo que aprobase el Parlamento catalán sería aprobado en Madrid. No encuentro adjetivo para calificarlo.
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