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Menos dudas sobre el coronavirus

18 de Marzo del 2020 - José María Casielles Aguadé

Declaro, con la más absoluta sinceridad, que me parece ejemplarmente responsable la correcta decisión de LA NUEVA ESPAÑA de priorizar la información a sus lectores –entre los que me encuentro desde hace más de medio siglo– ante los interrogantes críticos que suscita la actual pandemia (epidemia mundial) de coronavirus.

Como vengo defendiendo de forma poco discutible, los medios de comunicación social (MCS) tienen una repercusión poderosa sobre la cultura popular, que supera con creces la que podemos desarrollar los catedráticos de Universidad. La abrumadora diferencia reside en la eficacia de la difusión: LNE acredita una tirada de 65.000 ejemplares diarios, que llegan a cinco lectores de promedio. En mi curso de mayor matrícula voluntaria –académicamente envidiable– he tenido 727 alumnos. Agradezco, pues, a la prensa la oportunidad que me ofrece de prolongar, desinteresadamente, mi vocación docente de educar, que es orientar.

Vamos “al grano”: el 8 de diciembre de 2019 (hace tres meses) se detectó el primer enfermo de coronavirus en China. Entre el 9 y el 16 de enero de 2020 (mes y medio más tarde), se produjeron las primeras defunciones en ese país. En España, el primer afectado fue un alemán localizado en Canarias el 31 de enero de 2020. Las diferencias de tiempo en el desarrollo de la epidemia entre China y España son también de un mes y medio, lo que es un dato importante para evaluar la velocidad de transmisión.

Las medidas políticas adoptadas en España contra la infección por coronavirus han sido “tardías y descoordinadas”, y debieron ser tomadas antes del 3 de marzo de 2020, cuando ya contábamos con 600 contagiados y 16 muertos (ratio M/C=131).

SUMARIO: El peligro de la incompetencia técnica en crisis como la actual pandemia

DESTACADO: Los quince días de la cuarentena dictada, con una plaga de imprecisiones, servirán a nuestros conciudadanos de larga etapa de reflexión sobre la gestión política actual de España

También es evidente que la invitación y promoción a participar en la manifestación feminista del 8M, en Madrid, ha sido una frivolidad grave. Entre los 120.000 participantes, se produjeron contaminaciones que afectaron a políticos y a sus cónyuges por el besuqueo casi preceptivo que actualmente se estila, y que el jefe del Centro de Coordinación de Emergencias Sanitarias no supo evaluar, con la consiguiente pérdida de credibilidad para el futuro.

Ahora, muchos de nuestros políticos en activo comprenderán mejor que la incompetencia técnica puede ser más peligrosa que una epidemia vírica. También es claro que individuos sujetos a una situación real de cuarentena, que ya conocían, no deben participar en actos oficiales ante la TV, aunque solo sea por coherencia, cuando en ese mismo acto van a pedirnos que al día siguiente nos quedemos en casa por solidaridad sanitaria con nuestros conciudadanos.

El estudio científico comparativo de nuestra epidemia con la sufrida en otros países que nos antecedieron en ese trance es objetivamente preocupante: nuestra evolución es mucho más rápida y negativa que las de China, Corea del Sur e Italia, según opiniones técnicas generalizadas.

En el plano jurídico, la aplicación del artículo 161 de la Constitución Española (declaración del estado de alarma) no puede compensar la autoridad perdida. La diferencia clásica entre “autorictas” (autoridad moral) y “potestas” (poder) está clara ya desde el Derecho Romano.

La fuerza del poder no sustituye al prestigio de la autoridad en ningún régimen democrático.

En otro orden de consideraciones, los quince días de la “cuarentena” dictada, con una plaga de imprecisiones, servirán a nuestros conciudadanos de “larga etapa de reflexión” sobre la gestión política actual de España. En las próximas elecciones nacionales y autonómicas posiblemente se pensará menos en términos de derechas e izquierdas, y más entre competentes e incompetentes. Mejor así.

Bajo un punto de vista pragmático, es también diáfano que necesitamos más asesoramiento técnico y científico de China, y de todos quienes tiene más experiencia previa de la pandemia de COVID-19, y llevan este proceso más avanzado, especialmente en lo que se refiere a la recuperación de pacientes. Es necesario conocer, con precisión, los tiempos de pervivencia libre del coronavirus (que son parásitos obligados), pero que pueden producir algunos contagios por simple contacto físico (en tiradores, pasamanos, etcétera); los de la incubación de la enfermedad, en tanto que son huéspedes biológicos, y el tiempo requerido para el deceso del hospedador; así como el indiscutible interés de la aplicación bioestadística de las matemáticas al desarrollo previsible de la epidemia. Por supuesto, los datos recogidos para estos estudios han de ser rigurosamente fidedignos y libres de toda manipulación interesada.

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