Todos a una para vencer esta pesadilla
Seré el primero en hacer un cambio radical, dejaremos las críticas a los que dirigen esta crisis vírica para después de que le ganemos la batalla. Pero tampoco nos pongamos a mirarnos a nosotros mismos ensimismados el ombligo olvidando que peleamos contra un enemigo invisible, que solo le venceremos sin dejar muchas más víctimas por el camino si todos nos unimos y esforzamos a la vez.
Dicho esto, ahora me propongo cambiar modelos crueles de pensamiento: cuando se dan las cifras de contagiados, sobre todo de muertes, tal parece que son datos “no tan alarmantes”, menos a tener en cuenta, porque las víctimas tengan tal edad o con patologías. ¡Qué pena!
“La juventud es un regalo de la naturaleza, pero la edad es una obra de arte” (S. J. Lec). Quien no cuida, valora y respeta a sus mayores es un canalla. Pertenece a una sociedad podrida en sí misma.
Me temo que esta sociedad europea es hitleriana, insolidaria y egoísta, lo lleva en sus genes, lo vemos claro con los miles de refugiados que se mueren (mujeres y niños) de frío, picándonos a las puertas y cerrándoselas a cal y canto sin caernos la cara de vergüenza. En esta Europa tenemos que confiar para sacarnos de esta pesadilla, y me temo que o actuamos cada cual con nuestros propios valores para insuflarlos a la clase política, o todo seguirá igual después de que pase la tormenta. Eso sí, dejaremos por el camino un reguero de desvergüenza que nos hará sentirnos desperdicio humano, considerando que esos ancianos que se mueren solo adelantan unos añitos o meses su destino. Pero recuerden bien, de lo que se siembra se recoge. Siempre la vida hace pagar nuestros comportamientos, además de que la conciencia repica y daña como no saben cuánto.
Qué decir de que, en esta sociedad del Primer Mundo, con “la mejor sanidad del mundo”, nuestros profesionales tengan que verse en el dilema de escoger a quién poner respirador y a quién abandonar a su destino por falta de respiradores. Estos respiradores y todas las herramientas de protección: mascarillas, guantes, trajes... más las instalaciones apropiadas y necesarias para proteger a los enfermos deben las administraciones conseguirlas sin esperar un día más. Pongan los locales, las empresas, las fábricas y las personas a disposición de combatir en esta guerra contra un enemigo implacable y contra todos los inconscientes que andan sueltos. Estamos en guerra y ustedes los dirigentes deben estar al pie del cañón, nada de cuarentenas el que no esté enfermo por miedo a enfermar. Los generales ganan las batallas encabezando la misma.
“La forma más rápida de terminar una guerra es perdiéndola” (G. Orwell). Muchos, como se creen estar dentro de la edad donde el enemigo no les atacará, están dispuestos a relajarse y claudicar pensando que el enemigo se conformará y quedará saciado con los soldados más débiles. Ni los animales más salvajes actúan así, defienden a sus viejos y crías de las bestias más peligrosas, incluso pagando con su vida por ello. Ustedes son unos cobardes, malnacidos y acomodados.
“La vida es un 10% lo que nos ocurre y un 90% cómo reaccionamos a ello” (C. Swindol).
Para finalizar, pedir perdón a todos los que pudiera dañar con mis críticas, las seguiré haciendo, pero después de pasar esta pesadilla. Para animaros, les dejaré tres frases:
“El sufrimiento no dura tanto como nuestros miedos quieren hacernos creer” (Seth G.).
“Pedir perdón es de inteligentes, perdonar es de nobles y perdonarse es de sabios” (Anónimo).
“No midas tu riqueza por el dinero que tienes, mídela por aquellas cosas que tienes y que no cambiarías por dinero” (Paulo Coelho).
Seamos más solidarios, más valientes y sepamos honrar nuestra vida. Serán más felices. Un abrazo enorme para cuando nos lo podamos dar.
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