Demagogia... la justa
En situaciones excepcionales es donde se demuestran las carencias y valores. Actualmente atravesamos una de esas circunstancias, y apreciamos ambas características. Es de lamentar que haya que vivir una situación crítica para darnos cuenta de los errores, ojalá sirva de experiencia para corregir los rumbos equivocados.
Son de aplaudir los valores y la respuesta de la sociedad cuando hay que afrontar una posición por el bien común. La pandemia que nos asola puede sacar lo mejor de cada uno, lo que, en mayor o menor medida, cada cual aportará para superar esta crisis.
Podemos criticar al Gobierno, a todos los dirigentes políticos o a quien consideremos responsable, es comprensible que siempre busquemos culpables a situaciones que nos han sobrevenido, pero convendría dedicar un tiempo a la reflexión para emitir una opinión justa. Yo no culpo al actual Gobierno, responsabilizo a todos los políticos y sus correspondientes partidos de las deficiencias con que nos topamos, principalmente las que sufren los grandes profesionales que tenemos en nuestra olvidada sanidad.
Es imperdonable que esas mujeres y hombres tengan carencia de equipos básicos para desarrollar con garantías y seguridad una profesión que es de vocación, porque para cuidar de la salud de los demás eso es lo que se necesita. Aun con esas carencias siguen al frente, demostrando aún más que vocación, compromiso y profesionalidad deja clara su calidad humana. No se han quejado de sus condiciones laborales, ni económicas, no han recordado en los derroches de ingentes cuantías de las arcas públicas, o de dónde quedaron los millones esquilmados por los desalmados impunes, simplemente han continuado velando por la salud de los demás, sin diferencias de sexo, raza o religión. Ellos son el verdadero valor de la sociedad.
La auténtica carencia es la efectividad de toda la clase política. Se actúa a destiempo, probablemente se oculta información y se critica al otro. No es tiempo para hacer crítica, ello debe ser una vez superada la situación, pero no serán los dirigentes políticos quienes se apunten el tanto del éxito, la sociedad es quien gana esta batalla y da una lección a nuestros representantes en el Gobierno y en la oposición.
Esperemos que estos, nuestros políticos, hayan aprendido algo porque, cuando se supere la situación, vendrá otro problema serio con la recuperación. Entonces aflorarán una vez más los especuladores, buitres y demás detritos de la sociedad que siempre vivieron y se aprovecharon de cualquier situación de crisis. Esas sanguijuelas de la sociedad bien conocidas por todos, pero que parecen intocables. Ahí es cuando la clase política, si tiene dignidad, actuará con contundencia y sin miramientos, para, al menos, devolver a la sociedad lo que aportó en esta situación.
Aunque ahora todo sean buenas intenciones, debemos tener presente que somos esclavos de nuestras palabras, y los políticos que hay en la actualidad, los que han pasado y los que viven un retiro dorado, si son dignos, en lugar de palabras llevarán a cabo acciones acordes a la lección que las españolas y españoles de a pie les han dado.
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