El estigma de una embarazada
Hemos sido testigos del despilfarro en ayudas sociales en los últimos años, del que se salvan pocas asociaciones y fundaciones. Predomina la solicitud de subvenciones a diferentes organismos, convirtiéndose en burócratas, no estando con las personas, y gastando el presupuesto en no se sabe qué. Lo malo es que se utilizan las miserias de los demás.
Acompaño a víctimas de violencia de género, pero no pertenezco a ninguna organización, funciona el boca a boca según surgen necesidades. Soy abogada y, por desgracia, la ley se ha convertido en un arma de doble filo cuando en ocasiones las estigmatiza más que cuando vivían silenciadas. La sociedad cree que obtienen muchos beneficios cuando se han creado más servicios pero son peor tratadas. Algo está fallando una vez más.
Parece que no hay suficientes alojamientos residenciales para mujeres, a pesar de todos los que se han creado y cuesta mucho mantenerlos. Las mujeres necesitan sentirse acogidas y tiempo para recuperar la dignidad, con respeto, y no ser consideradas como mendicantes. Debería haber una mayor flexibilidad en la reconstrucción de sus vidas. No se puede medir todo en términos económicos olvidando la humanidad. Todos somos parte de la sociedad y parece que sólo interesa lo visible en el lado público, conciliar e igualar en el ámbito laboral sigue sin hacer visible el maltrato, olvidándose de la vida privada de las mujeres. Pero parece que lo que cuentan son las cifras de denuncias, los presupuestos en programas de mujeres introduciéndolas en empleos mayoritariamente masculinos, más progreso, pero menos desarrollo personal.
Hace unos días he acompañado a una mujer embarazada para alquilar una vivienda y fue rechazada por el marido de la casera por temor a que se produjese un incidente en su piso, como ocurre desgraciadamente con más frecuencia de la deseada.
Se pide que se denuncien los casos de violencia de género y la sociedad responde excluyéndolas, siguiendo estando silenciadas. Necesitaremos décadas para superar esta lacra. Respuestas insolidarias como ésta es lo que ha producido una sociedad individualista en la que no se pone de moda tender la mano a los demás.
La crisis nos afecta a todos y nuestras estructuras que han perpetuado el egoísmo hacen insostenible el futuro próximo.
Elvira García García
Oviedo
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