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La crisis del urogallo cantábrico, una verdad incómoda

15 de Abril del 2020 - Eduardo Bros Martínez (Oviedo)

Resulta muy interesante explorar la opinión de divulgadores científicos referida al estado de las cosas acerca de lo que está ocurriendo con el medio ambiente global. Al hacer referencia estos expertos a temas de su competencia, el urogallo cantábrico y la problemática que padece es una de las muchas referencias importantes de sus valoraciones técnicas a las que es preciso conceder especial atención, puesto que la actual densidad de esta subespecie se encuentra al límite de su existencia en la cordillera Cantábrica y sierra de los Ancares.

Los aspectos negativos de este denigrante proceso degenerativo tiene varias versiones. Hay quienes desde un discurso doctrinario desenfocan el problema evaluando de forma incorrecta esta decadencia buscando crear marcos favorables para la expansión de un diagnóstico que tiene como objetivo presentar a la caza, que lo soporta todo, como ejemplo de una anormalidad histórica, un sustrato del atavismo bárbaro que ha de quedar eliminado, cuando menos reducido o confinado.

Ocurre que la lógica ofrecida como estrategia por los escépticos del comportamiento global de la caza en la naturaleza es la de que su práctica ha tenido un enorme efecto perjudicial en la sostenibilidad y crecimiento poblacional de esta especie. Al respecto hay razones objetivas con las que oponerse a tamaña inculpación. Una visión de pura irracionalidad, incapaz de confrontarse con la realidad, sobre todo si se tiene en cuenta el relato de una historia verosímil, que daba a entender la existencia en aquel tiempo de una caza incontrolada, no autorizada, de este gallo montés, de cuya evaluación se debe valorar e imputar de manera correcta. Nada comparable al carácter de jerarquía que ejerce la caza, aunque solo sea por un principio subsidiario, en el control, fomento y protección de todo tipo de fauna salvaje.

Unidas a la defraudación impune que se ha hecho de este recurso natural, cobran relevancia otras causas de sentido acusado, nada complicadas de identificar. No son de carácter científico, lógicamente, ni están relacionadas con la problemática del cambio climático. Es la conjetura de cualquier atento observador, formalizadas sobre la base de haber obtenido, lo que se estima, sólidas conclusiones. A nadie interesado en el tema se le escapa que nuestro pájaro nidifica en el suelo, siempre ha sido así. Toca hablar de los “predatores”, enemigos acérrimos del urogallo y sus nidificaciones que les sirvan de alimento; especies protegidas, no clasificadas cinegéticas, de las que es preciso establecer que su densidad en la actualidad y desde hace tiempo sea excesivamente abundante. Pero hay más.

Esta crisis del urogallo nos ha dejado suficientes pistas en condiciones de ser tenidas en cuenta, que se agravan a medida que pasa el tiempo. Algunas se saben, puesto que no son novedad (se tienen muchos datos. Existe información precisa y confiable). Otras se presienten desde el sentido común y la lógica. Lo cierto es que la crisis del urogallo cantábrico es una verdad incómoda que nos toca a todos. Es el síntoma veraz de un enorme fracaso colectivo, en el que ha faltado concienciarse más, y no haber implementado un conjunto de medidas derivadas hacia el intento de atenuar, de la mejor forma posible, tan emotiva pérdida; lo cual tiene el significado de haber sido una seria rémora para la integridad y continuidad de esta especie. Es, por tanto, que las circunstancias obligan a responder de forma contundente, en la necesidad de configurar un nuevo modelo de gestión donde prevalezca la captación fluida de recursos (públicos y privados; con los dispuestos hasta ahora es notorio que no alcanzan) a modo de obtener superiores incentivos que faciliten investigar y desarrollar más opciones posibles.

Frente a quienes enarbolan la voluntad de establecer un episodio creciente de confinamiento o extirpación de la actividad cinegética tratando con oportunidad de aprovechar los resortes que vayan encadenando la crisis de esta ave para acelerar su intención de intervenir al sector, la caza se autoestima cuando se refiere a opiniones científicas de reconocido prestigio que evidencian otras razones de más significado calado en eso de transferirle cualquier indicio de culpabilidad que no le corresponda.

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