Los ciudadanos debemos reaccionar
La gente está acostumbrada a ver mentir a los políticos, pero desde que estalló la crisis la afición al embuste que han desarrollado se hace insoportable. Desde las cosas que manifestaba don Felipe González para convencernos de que España tenía que estar en la OTAN (no se puede estar en la UE sin estar en la OTAN, decía mintiendo como un bellaco), pasando por las armas de destrucción masiva que don José M.ª Aznar nos juraba por sus muertos que poseía Saddam Hussein (cuando tenía informes de nuestros servicios de Inteligencia en el sentido contrario), no habíamos asistido a tanta patraña enlazada, a tanta falacia pronunciada sin pudor alguno. Quizá el más mentiroso del reino sea el vicesecretario general del PSOE y ministro de Fomento, José Blanco, «Pepiño», como le llaman algunos, no porque sus cuentos chinos tengan mayor entidad, estén más elaborados o sirvan mejor para esconder las grandes verdades, sino por el desparpajo con que suelta los discursos para imbéciles, es como una chocolatera dialéctica el hombre. Nos han dicho que nadie previó la crisis, nos han contado que España estaba en mejor situación que la mayoría de los países, nos han prometido que no se recortarían los derechos sociales, todo gordas mentiras. Pero ni usted ni yo hemos visto a ningún periodista, a ningún sesudo comentarista político o elaborador de incendiarios editoriales adjetivar sin ambages a ninguno de estos personajillos. Califíquelos usted mismo, si le place, y por mí no se quede corto.
Ahora nos quieren convencer de que la solución para encontrar la luz al final del túnel, es decir, volver al desarrollo insostenible, a la especulación y a la usura, es que los asalariados y los pensionistas se aprieten aún más el cinturón, para que los ricos saquen los billetes que tienen debajo del ladrillo y gasten e inviertan. Porque, no nos equivoquemos, el dinero no ha desaparecido, sigue ahí, en manos de los que lo han tenido siempre. En la actual coyuntura económica ya no son posibles más trasvases de rentas del trabajo al capital, salvo las plusvalías que genera la fuerza laboral; naturalmente, ahora se trata de que sean los más desfavorecidos los que paguen los despilfarros y las deudas de unas administraciones que más que servir al pueblo se sirven a sí mismas y a los miembros de la casta, los que han encontrado en la política su modus vivendi.
La próxima medida contra los trabajadores de la pseudoizquierda será la reforma laboral, que, como usted sabe, es el eufemismo con que estos pinochos llaman al abaratamiento del despido. La CEOE dice que esa medida es imprescindible y necesaria para salir de la crisis. En España, donde los contratos no indefinidos proliferan como hongos y la flexibilidad laboral es muy alta, eso no se lo cree nadie. Mientras sigamos haciendo tonterías estaremos perdiendo el tiempo. El problema de la UE es la falta de liderazgo, es la multiplicidad de administraciones que absurdamente se estorban, es, sobre todo, la excesiva burocracia. Seguirán dando palos de ciego mientras el euro cae en barrena y el paro sigue creciendo. Los ciudadanos debemos reaccionar mientras podamos.
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