Hay que cambiar de estrategia ante el coronavirus
Siempre estamos llegando tarde dando respuestas a este maldito coronavirus. El Gobierno debe emplear otra estrategia aún más enérgica, ya que la actual sigue masacrando vidas y entrando en psicosis la población entera.
Si hasta ahora los jóvenes tal apreciaban relajados porque las victimas era otros: ancianos. Ahora estamos viendo que, aunque en menor medida, también se lleva por delante jóvenes sin patologías previas.
Por tal motivo es de urgente respuesta otra estrategia. Propongo, sobre todo, en las zonas de mayor foco, cerrar en casa a todo el mundo, salvo los trabajadores imprescindibles (dándoles todos los medios de protección) y a la par crear grupos de apoyo por calles (con todas las protecciones para ellos) que surtan de alimentos y medicamentos sin salir de casa nadie más. Ni perrito, ni leches.
No podemos seguir viendo morir gente y seguir diciéndonos que es la única medida posible. Hay que añadir otra estrategia o estaremos demostrando ineptitud y paralización mental ante la pesadilla que tenemos encima.
Venga, ¡mucho ánimo!, reúnan un grupo de científicos y expertos y a ponerse rápidamente a mostrar otra cara.
Si la UE no se muestra solidaria, si los demás países solo miran para lo suyo, nosotros debemos empezar a ser autosuficientes hasta para el dolor. Mejor comer ortigas que manjares con egoístas.
Cuando salgamos de esta, debemos saber dónde ir de vacaciones, dónde comprar nuestros coches, dónde invertir nuestro tiempo y dinero: Portugal, Italia, Grecia y Francia... son destinos hermosos. Alemania, Holanda, Austria, Bélgica y demás países nórdicos, que les den. Y cuando vengan aquí a tomar el sol, rascarles el bolsillo bien, que sepan que con insolidarios y egoístas no nos gusta trato alguno.
Algunos dicen que sus ciudadanos no tienen que ver, sí tienen que ver, de lo contrario criticarían esa posición de sus dirigentes.
Todos con ustedes, señores del Gobierno, pero manos a la obra ¡ya!, queremos verlos plenos y enteros, nada de afligirse, ustedes no son culpables, no son el enemigo. El enemigo es este bicho y los insolidarios países con los que hemos tenido a bien asociarnos.
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