Carta a un cielo hoy un poco más azul
Mi muy querido tío y padrino, Jose:
Te escribo estas líneas, ahora ya no con la intención de que me des tu “visto bueno”, como en tantas otras ocasiones…, sino para darte una y mil veces Gracias (en mayúscula y en voz alta).
Intentaré ser breve, como siempre me aconsejabas, y en tus palabras literales, sonaba así: “Si puedes expresarlo en una única palabra, nunca utilices dos”. Sencillo, claro y conciso (como tú): Gracias.
Pero es que hoy no habría forma de expresar en un escrito el vacío que nos dejas a todos, tu familia, mujer, hijos y nietos, tu hermana, y tantos amigos y seres queridos, Carlos Mario, Lucía, los compañeros del vermú, los de la promoción, todo el pueblo, hoy están mudos y no paran de llorarte. Siento no poder nombrar a todos y cada uno, pero es que es imposible, la carta nunca acabaría… Y no quedamos en eso.
Estoy completamente segura de que no existe en la faz de la Tierra persona alguna capaz de hablar una sola palabra mal de ti, allá donde ibas, a quien tratabas, encandilabas a todos con tu carácter alegre y bromista. Ser encantador, humilde y bueno a rabiar, siempre dispuesto a ayudar... ¿Qué más se puede pedir? Dejas a todos un más que buen sabor de boca.
Los que te disfrutamos, hoy vencidos, sufriremos tu ausencia cada día, pero, al sobreponernos, hay que reconocerse como auténticos privilegiados y orgullosos por haberte tenido.
A título personal, eras mi modelo a seguir, mi timón, así que en lo profesional... ¿qué decir?, me has enseñado todo; intentaré no olvidarme de nada y, sobre todo, lo importante: ser práctica en resolución de conflictos, sensata, tratar a compañeros, clientes y toda persona relacionada con el ejercicio de la profesión con el mismo respeto, honestidad, franqueza y lealtad con que tú lo hacías. Sé que no te llegaré ni a la suela del zapato, “eras el mejor”, pero lo intentaré. En este último ámbito, podría contar maravillas sobre ti, pero lo veo innecesario por ser de todos sobradamente conocido.
Tanto tiempo trabajando por y para la justicia y qué injusto que te vayas así, tan pronto, tú que ansiabas poder jubilarte y disfrutar de ese tiempo en “nuestro querido Mestas”, donde fuiste tan feliz.
Cuando pase este “maldito huracán” que te nos ha llevado, volveré a pasear por el “Robedal” y miraré al cielo, allí sé que te encontraré, o debajo del “horru” con tu sonrisa inmediatamente reparadora para los demás. También lo haré cada vez que marque nuestro Oviedín del alma, como no podía ser de otra forma, elegiste día señalado en el club para irte, aunque tú, como siempre, de forma silenciosa y discreta.
No quiero despedirme sin pedirte un último favor, dale un beso al abuelo, ahora les toca a ellos volver a disfrutar de ti de nuevo.
Hasta siempre, o mejor… Hasta luego.
Descansa en paz, que bien lo mereces.
Te quiere, y nunca te olvidará, tu “sobrina preferida.
P.D.: ¿Qué? Ya, demasiado largo, lo sé… Perdona.
Gracias, una vez más, por estar en nuestras vidas.
Nos volveremos a encontrar algún día.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

