No olvidar lo inolvidable
Eran las 7.40 de una mañana de jueves. Un jueves, el del 11 de marzo de 2004, que nunca debió comenzar. Los trenes de Madrid explotaron, inundando las calles de España con sangre, nuestros corazones con dolor y nuestra democracia con mentiras.
De aquel pasado, nuestro presente. Hubo quienes jugaron sucio aquella mañana, imponiendo nuevas reglas del juego, aceptadas tácitamente por todas las partes implicadas en el maldito arte de gobernar. Hubo otros que lucharon de forma agotadora por que no se olvidara lo inolvidable. La diferencia de estos últimos para con los primeros es que molestaron durante mucho tiempo, resistiéndose con valor a ser encerrados en el armario del silencio.
Gabriel Moris fue uno de tantos otros que perdieron a alguien aquella mañana del 11-M. Su hijo de 32 años falleció en los atentados. Como víctima del terrorismo, Gabriel Moris fue vicepresidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Con su lema "No olvidar lo inolvidable", y junto con otros valientes, libró una de las peores batallas, que es buscar la verdad con todo el establishment en contra: en el mejor de los casos, te encierran en el rincón de la vergüenza; en el peor, te exponen en la vitrina del ridículo.
Quienes quisimos, fuimos testigos de aquella incansable batalla contra todo y contra todos. Fue una lucha encarnizada por encontrar una verdad que negaron y seguirán negando: una investigación sesgada producto de la chapucera instrucción del sumario ha sido, hasta hoy, más fuerte que la voluntad de personas como la de Gabriel Moris.
La vida de Gabriel se apagó el pasado sábado. Tenía 80 años.
Sirvan estas líneas de memoria, recuerdo y homenaje para una de las personas que más combatieron contra los instigadores del 11-M. Nunca sabremos adónde vamos si no entendemos de dónde venimos. Aunque por desgracia hay verdades que nunca se descubrirán, el esfuerzo de personas como Gabriel Moris podría servir para recordarnos eso: que no nos hagan olvidar lo inolvidable.
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