Regresar a casa
Tuvo que dejar su tierra en busca de otra que le diera la seguridad económica que la suya nunca le pudo dar. De esto hacía ya mucho tiempo, tanto que casi no se le reconocía en el joven que cruzó el océano para comenzar una vida, pero con muchas dudas de que aquella aventura en América saliera bien y de lograr volver. Pero no, encontró trabajo y con él prosperidad y un futuro, pero, muy lejos de su pueblo, demasiado lejos de él como para no querer regresar, para que su historia acabara, como prometió, algún día allí.
Era verdad que trabajó duro y mereció el lugar que aquella gran tierra le ofreció, pero sentía que había batallado durante años en una guerra que no era su guerra, que ellos siempre lo hicieron por su tierra, él solo por dinero para volver, aunque perdiera su lugar y se viera obligado a empezar de nuevo otra vez.
Pasó el tiempo y, ya mayor, empezaba a creer que quizá no lo lograría, había peleado toda una vida por aquel sueño y ahora, por primera vez, dudaba de él. Cansado, se echó a dormir y soñó, soñó que volaba a España, que sentía la emoción de volver el tiempo atrás, a su niñez y a su juventud, entró en el pueblo y llegó a la plaza donde jugaba con los amigos, el bar donde su padre echaba la partida, el pasear de su madre a casa para preparar la cena, la siguió, muy cerca de ella para no despertar jamás, estaban todos y él con ellos y ya no quiso despertar, había regresado a su pueblo en la sierra, había cumplido su promesa de morir algún día en él.
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