Amor y respeto
Esta situación de aislamiento en las casas va a suponer una prueba según vaya pasando el tiempo, que bien reforzará nuestros recursos intelectuales, emocionales y morales o dejará al descubierto la falta de esos recursos, con la consiguiente crisis de convivencia. Siempre que algunos novios me han pedido unas palabras en su boda, después de haber hecho declaración pública de amarse y cuidarse en la riqueza, pobreza, salud, enfermedad, etcétera, etcétera, hasta la muerte, yo les he recordado los principios que sostienen el matrimonio: amor y respeto. Como en todas las generaciones anteriores se canta mucho al amor, pero no suenan canciones valorando el respeto. Es posible que el amor se relacione en exceso con el amor romántico más bien que con el amor generoso, entregado, dedicado y sacrificado, el amor al otro por encima de uno mismo, y para eso... es necesario el respeto. Hay que respetar que el otro es diferente, no solo en la diferencia que nos atrae, sino también en la diferencia que no nos resulta tan agradable. Todos tenemos cualidades y defectos; si alguna vez el atractivo de las cualidades nos hizo orillar los defectos, hoy necesitamos mayor fortaleza de ánimo para soportarlos sin pullas, sin ironías amargas, sin insultos y sin violencia. ¿Qué puede ayudarnos en ese propósito?, el respeto. Nadie es perfecto, pero cuando se denuesta lo que somos, que seguramente tiene un porcentaje no deseado pero heredado y otro según nuestras vivencias, algo con lo que seguimos luchando en esta vida corta, cuando se nos deja sin la defensa del yo, cuando se pone en duda aquello bueno que creemos poseer..., entonces se aniquilan las defensas humanas que estamos necesitando ardientemente para sobrevivir. Si hay que escoger entre amor y respeto, yo diría que respeto, porque sin respeto no hay amor.
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