Trincheras infinitas
En 1972, en Béjar (Salamanca), conocí el caso de un "topo" que había salido de su guarida/encierro tres años antes, después de 30 años de confinamiento por miedo a ser fusilado por la dictadura franquista. Las atrocidades sufridas por compañeros, familiares y amigos tras el triunfo del fascismo le inmunizaron para no desear salir de su guarida, construida en el altillo de su casa. Su único contacto con el mundo exterior era su mujer.
La película del director Jon Garaño, ganadora de 7 estatuillas "Goya" el pasado año, con dos memorables interpretaciones de Antonio de la Torre y Belén Cuesta; película inspirada a su vez en la biografía de Manuel Cortés, alcalde de Mijas (Málaga), quien vivió treinta años oculto por miedo a la represión), nos retrotrae al terror infligido por el franquismo en la posguerra "incivil" ya que, si bien formalmente la guerra terminó el 1 de abril de 1939, no fue hasta el 1 de abril de 1969, cuando el dictador promulgó el decreto por el cual se extinguían las "responsabilidades de cualquier tipo dimanantes de la contienda bélica". A partir de entonces, muchos "topos" pudieron salir de sus agujeros, pero la mayoría salieron muy tocados porque no es fácil "volver a la vida" después de permanecer 20 o 30 años en un "zulo"
A lo largo de la Historia y después de vivir las aberraciones de los regímenes totalitarios, millones de ciudadanos sufrieron sus peculiares "trincheras infinitas", pero lo que más nos ha sorprendido siempre, más allá del sufrimiento, ha sido su capacidad de perdonar (en unos casos), su infinita bondad (en otros), su compromiso por seguir defendiendo los valores por los cuales los regímenes totalitarios pretendieron anularlos.
Sería demasiado pretencioso por mi parte (amén de una ardua labor) recopilar esta casuística. Por ello, sintetizo en tres personajes, entre otras cosas por su repercusión mundial y sus diferentes proyecciones post-trincheras:
Nelson Mandela, activista antiapartheid, pasó 27 años de su vida confinado en las prisiones de Sudáfrica. Llegó a presidir Sudáfrica de 1994 a 1999, siendo el primer mandatario negro de su país. Sin acritud, sin ningún ánimo de revancha, durante su mandato se dedicó a desmontar la estructura social y política que justificaba el apartheid y cuya derivada además del racismo, fue la pobreza y la desigualdad social.
José Múgica, 15 años de su vida los pasó en su particular "trinchera infinita", torturado y sometido a degradaciones infrahumanas, jamás manifestó odio o rencor hacia sus carceleros, muy por el contrario, convertido en Presidente Constitucional de su país, sus esfuerzos se dirigieron a la reconstrucción y fortalecimiento de la democracia, a paliar los efectos nocivos que el capitalismo produce sobre las capas más populares, mediante programas tan poco revolucionarios, pero si efectivos en la vida cotidiana de los uruguayos.
Fernando Macarro Castillo, más conocido como Marcos Ana, es un poeta salmantino que detenta el "privilegio" de ser el preso de la dictadura franquista que más años ha estado en prisión, desde 1931 a 1961. Fue encarcelado con tan sólo 19 años y liberado, gracias a la acción de Amnistía Internacional. Quienes hemos tenido el privilegio de conocerlo y escuchar su poesía, nos asombra su infinita humanidad y su poesía comprometida. Jamás nadie pudo escucharle un mal gesto, un reproche hacia los carceleros que le robaron los mejores años de su vida. Eso sí, duros alegatos de un hombre comprometido contra el sistema capitalista.
"Decidme cómo es un árbol,
contadme el canto de un río
cuando se cubre de pájaros,
habladme del mar,
habladme del olor ancho del campo
de las estrellas, del aire
Recitadme un horizonte sin cerradura
y sin llave como la choza de un pobre,
decidme cómo es el beso de una mujer,
dadme el nombre del amor
no lo recuerdo.
¿Aún las noches se perfuman de enamorados
tiemblo de pasión bajo la luna
o solo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mi rosa?"
Igual que existen millones de "trincheras infinitas", producto de los sistemas totalitarios, también hay las que son producto de la insolidaridad, la xenofobia, el fanatismo religioso, las encontramos en los campos de refugiados de Turkía o Grecia.
Estos días de obligado confinamiento mundial por culpa de un "bicho" que está doblegando hasta a la personificación de la prepotencia, narcisismo y chulería, como lo es Donald Trump (resulta patético verlo ahora dirigirse a los periodista y ciudadanos en un tono calimero, con la voz apagada); los ciudadanos estamos pasando la cuarentena de manera también dispar. No es lo mismo pasarlo en una mansión con jardines, piscinas y muchos metros cuadrados que, en una chabola de Caracas, Sao Paulo o en un pequeño piso de 50 metros, hacinado por niños y mayores, quienes sufren su especial "atrincheramiento". En un vídeo lanzado por Madonna, desde una inmensa bañera de hidromasaje con pétalos de rosas y fragancias de todo tipo, dice al mundo: "El coronavirus nos iguala a todos"... Sin comentarios.
Marcelo Noboa Fiallo
Málaga, 02 de abril de 2020 (décimo noveno día de confinamiento, sin poder volver a Gijón)
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