La generación perdida
Estimado señor presidente y demás políticos “españoles”:
Hubo un tiempo en el que este país pasó hambre. Fueron tiempos duros. La posguerra marcó a toda una generación que con lucha, entrega y pasión levantó este país de sus cenizas. Hablo de hombres y mujeres, no de izquierda y ni de derechas, hombres y mujeres.
Unos se afanaron en las grandes ciudades, buscando estabilidad, recuperar el sistema, empezar una nueva vida. Otros, como los míos, emigraron. Muchos lo hicieron. Y mandaron dinero regularmente cuando era posible, para ayudar a los que quedaron en primera línea de lucha. Un extra para ayudar. Gente que no olvidó. Como dice la canción de Antonio Molina: “Adiós, mi España querida, te llevo en el alma, muy dentro metida...”.
Y es que ser español se lleva tatuando en el ADN. Irremediablemente.
Unos lucharon para crear de nuevo una gran nación, otros lucharon desde la extradición por recuperar unos derechos y unas libertades. Gentes duras. Unos y otros.
Entre todos ellos, levantaron un país. Se unieron como nación de nuevo y conquistaron lo que hoy tenemos, una libertad y un país que es la envidia de medio mundo. Y es que los españoles llevamos irremediablemente escrito en la sangre lo de vivir, disfrutar, discutir y pelear. Pero si algo une a los españoles es que nos lleven la contraria, que nos digan arrea por aquí o una situación como la que se está dando ahora.
Usted no había nacido, señor presidente, ni muchos de ustedes, señores políticos. Pero muchos sí tenían conocimiento, preveían o tenían información de la que se nos venía encima. Y no planificaron nada...
Están dejando morir en silencio en las residencias y en muchos hogares españoles a aquella generación que luchó para que ustedes estén donde están, al amparo de un sistema forjado por ellos. La generación perdida que por causa de edad ya muchos de ellos no pueden levantar la voz. Pero para eso estamos el resto. Muchos de ellos no pueden ser acompañados en sus últimas horas, velados hasta la tumba o sentir el calor de una mano en la recta final de esta mísera vida.
Ustedes sabían la que se avecinaba y no han previsto nada. Ustedes tienen que sentirse responsables, todos, de dejar morir en silencio y en tristeza a la generación que ha hecho más grande a este país, a la generación de soñadores, a la generación de manos duras y almas incombustibles. Ustedes están dejando morir en silencio a nuestros mayores en las residencias, y nosotros, por desgracia, no podemos estar con ellos para despedirnos... Por no proveer los medios, los test, ayudar al personal de esos centros...
Desde aquí mi homenaje a todos esos mayores que, a pesar de las hostias que nos da la vida, resisten. Mi homenaje más sentido a todos aquellos que se han marchado en silencio. No olvidamos. No estáis solos. Os queremos...
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