Duro castigo a la humanidad
Es muy triste y desgarrador tener que decirlo, o, mejor dicho, escribirlo, pero la humanidad está recibiendo uno de los más duros castigos de toda su historia. Hubo otros castigos mucho peores, como fueron las dos guerras mundiales, la Guerra Civil española, la de Corea, Vietnam, Afganistán, Irak y Oriente Medio, la invasión de Egipto por parte de Israel. Otra guerra a tener en cuenta fue la Revolución rusa, con muchos millones de muertos. Pero lo que estamos padeciendo estos días no es una guerra con bombas o cañonazos, es una guerra bacteriológica, con consecuencias muy diversas, tanto en pérdidas humanas como económicas.
Las personas que lean esta carta no sé qué pensarán sobre lo que voy a escribir, pero no me voy a callar porque tengo mis razones para hacerlo. Esta pandemia del coronavirus, que ya está extendida por todo el planeta, o casi todo, empezó en el país más poblado del planeta, China. Con sus 1.395 millones de habitantes, tengo la sospecha de que puede haber muchos descerebrados dedicados a la ciencia y con muy malas intenciones. Puede haber sido un experimento, para lo que se prepararon concienzudamente para atajarlo, y evitar que ese virus se propagase por todo ese país.
No está muy claro cómo es posible que, entre toda esa población, a día de hoy, 3 de abril, a las seis de la tarde, hora española, solamente se produjeron 81.620 contagios, de los cuales solo hay activos, 1.727, con 3.322 defunciones y 76.571 enfermos recuperados. Esta fuente la he obtenido en los datos de este periódico, LA NUEVA ESPAÑA. A esta misma hora, en España, había 117.710 contagiados, 76.262 hospitalizados, 10.935 defunciones y 36.513 enfermos recuperados, todo ello entre una población de cerca de 47 millones de habitantes. Todo esto es lo que me inclina a pensar que estamos siendo víctimas no solo de ese virus, sino de una estrategia de destrucción masiva, o, mejor dicho, extinción de la humanidad, por parte de un régimen comunista. Y además les sale más barato.
El objetivo del comunismo siempre fue destruir a otros regímenes incluso dentro del propio país, como fue el caso de Rusia, cuando estalló la revolución en 1917, en la que hubo quince millones de muertos, sin contar los de la propia revolución, ya que dicha cifra se produjo en los campos de concentración, en trabajos forzados y de hambre. Según las estadísticas publicadas recientemente, el comunismo provocó más de 100 millones de muertes en todo el mundo. Su única doctrina es apartar a todo el que no piense como ellos. En nuestro país lo vivieron sus habitantes entre 1931 y 1939, que fueron perseguidos por los milicianos y anarquistas que pregonaban la libertad, la que ellos quieren para acabar con todo.
Las consecuencias que va a traer el virus contagiado, aparte de las muertes, son impredecibles. Las medidas tomadas por el Gobierno pueden ser devastadoras para la economía de este país. Vamos a tardar años en recuperar lo perdido. Pero lo preocupante es las sondas que suelta cierto miembro del Gobierno sobre la “expropiación” de la riqueza privada. Habla de aplicar varios artículos de la Constitución, la cual, según él, hay que cambiar porque fue diseñada por el régimen franquista. ¿En qué quedamos? Si no le sirve la Carta Magna, por qué aplica esos artículos.
Que nadie espere milagros, tendremos que apretar el cinturón y volver a otras épocas de triste recuerdo, pero que se fueron superando con duro trabajo y sufrimiento. Los ciudadanos ahora tendrán que echar mano de sus ahorros para subsistir, y, cuando se abran los comercios, bares y locales de espectáculos, estarán vacíos porque la economía no permitirá gastos superfluos.
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