Un enemigo en común
Desde que la XIV legislatura a España comenzó a caminar, el Congreso de los Diputados había tomado la función más propia de un Coliseo Romano que de la casa de la palabra. Gobierno y oposición llevan meses bregando en una naumaquia que parece no tener fin, y ahora un tercer protagonista desembarca a España sin ser invitado.
El coronavirus no entiende de edades, ideologías, colores o equipos de fútbol. Ninguna comunidad autónoma ha logrado librarse de la pandemia y el presidente Pedro Sánchez necesita cohesionar a todos los presidentes autonómicos para lograr dar siempre una respuesta en común.
La crisis que estamos sufriendo merece una respuesta ejemplar y las diferencias entre partidos políticos se han de dejar a un lado. El Reino Unido nunca habría soportado los ataques de la Luftwaffe nazi si entre conservadores y laboristas hubieran revivido viejas rencillas. El mundo que conocemos hoy en día no existiría si la Casa Blanca y el Kremlin hubiesen decidido apretar el botón rojo tras la Crisi de los misiles de Cuba.
A lo largo de la historia han tenido lugar situaciones límite en que, aunque fuera a última hora, se consiguió que todas las partes contrarias entre ellas llegasen a un acuerdo. El estado de alarma es una situación totalmente nueva, y nuestros políticos tendrían que ser conscientes del papel que les toca ejercer.
Basta de naumaquias y palabras incendiarias en el Congreso. Ahora es la hora de remar en una misma dirección.
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