Pandemia y miseria
Hace ya algunos días, mientras Trump, se mofaba del “virus chino”, M. L. Obrador aconsejaba a los mexicanos protegerse con un escapulario; un psicópata que preside Brasil conminaba a los suyos a trabajar; un corrupto y asesino de su pueblo en Nicaragua llamaba a los suyos a una procesión para luchar contra el coronavirus... Sin ser ningún experto en este tipo de catástrofes, pero conociendo (como todo el mundo) lo que había pasado en China y estaba pasando en Europa, señalé en un texto que lo que más preocupaba para los próximos días era el desastre que se avecinaba en América y África (exceptuando Canadá), dos áreas del mundo con sistemas sanitarios públicos muy deficitarios o inexistentes. Hoy, lamentablemente, las previsiones se están cumpliendo, EE UU es el epicentro de la pandemia en Occidente y el virus se extiende imparable en Latinoamérica (como hace 15 días en Europa).
Lamentablemente, lo que está ocurriendo en Guayaquil (Ecuador) ejemplifica lo que puede ocurrir en el resto de ciudades del continente. A pesar del conocimiento que se tenía ya del avance de la pandemia y de los errores cometidos en Europa, con el añadido infernal del caldo de cultivo que es la pobreza y las condiciones de vida de un porcentaje muy elevado de la población. Quien haya recorrido los suburbios de la ciudad del Guayas y conozca el “batallón del distrito”, el “guasmo”, las “riberas del salado”... donde se mezclan viviendas de clase media baja con infraviviendas sin alcantarillado ni saneamientos y con hacinamientos familiares cuya subsistencia es el día a día en una economía sumergida (por cierto, nada distinto de las chabolas de Caracas, Buenos Aires, México...), no tendrá dificultar de atisbar el negro panorama que se avecina, porque esto también es Ecuador, como lo es en Venezuela, Argentina, México... sus asentamientos de la miseria y no solo sus impresionantes paisajes y encantos turísticos.
He comentado en otras ocasiones que, lamentablemente, de Ecuador llegan pocas noticias a España y Europa, al ser un país pequeño y, cuando estas llegan, casi siempre son malas o ridículas, como fue la intervención de la alcaldesa de Guayaquil, impidiendo el aterrizaje de un avión de Iberia sin pasajeros (violando todas las normas de la aeronáutica internacional) y cuyas patéticas y bochornosas imágenes dieron la vuelta al mundo, porque eso solo puede ocurrir en Corea del Norte.
Esta señora, ya que decidió “tomar el mando” para salvaguardar a sus conciudadanos del peligro español que llegaba en avión, podía haber hecho algo más práctico y resolutivo, poner en cuarentena a todos aquellos viajeros procedentes de la zona cero del contagio que era Madrid, como se hizo en su momento con los viajeros procedentes de Wuhan (China) y luego del norte de Italia, en los aeropuertos españoles y del resto de Europa. Las autoridades ecuatorianas (y ella con su acción en el aeropuerto de Guayaquil asumió el mando de todo) eran conocedoras de que muchas familias ecuatorianas inmigrantes, al decretar el Gobierno español el cierre de los colegios, aprovecharon para volver a su tierra, llevando consigo al maldito “bicho”.
Muchas de estas familias proceden de los suburbios antes mencionados, donde es muy difícil (por no decir imposible) mantener el confinamiento. Lo demás ya es historia conocida. Guayaquil es, a día de hoy, el epicentro del coronavirus en Ecuador.
Si la alcaldesa de Guayaquil lo tenía muy fácil para paliar considerablemente la contaminación porque sus portadores estaban identificados, no será lo mismo cuando el bicho lamentablemente entre por otras vías en las “villas miseria” de Buenos Aires, las chabolas de Caracas, las favelas de São Paulo... Como siempre, la historia se repite, las catástrofes, las epidemias se ceban en los más vulnerables y, si bien es cierto, que la economía mundial saldrá seriamente dañada y nadie atisba el futuro, la única certeza es que morirán de hambre más seres humanos que por el coronavirus... no, no creo que salgamos más reforzados como seres humanos de esta pandemia... Como no salimos más reforzados ni se refundó el capitalismo (como pronosticaba Sarkozy) tras la Gran Recesión de 2008, se rescató a la banca, no a las personas... Lo siento.
Málaga, 7 de abril de 2020 (25 días de confinamiento).
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