Han llegado mis amigas las golondrinas
Han llegado las golondrinas. Ellas, como cada primavera, han surcado los cielos desde la lejana sabana africana para un año más cumplir con su ciclo reproductivo en nuestros pueblos y villas. Las golondrinas, esas diminutas aves tan queridas y respetadas por los hombres del campo, no han necesitado ningún pasaporte sanitario, ningún salvoconducto que les acredite que están libres del maligno coronavirus que esta primavera nos tiene acojonados a todos. Ellas, las golondrinas, han volado raudas y libres durante más de 30 días para hacer los 4.000 kilómetros que nos separan de Mali o de Burkina Faso, en el lejano continente africano. Desde muy niño, allá en la aldea de La Estrada, donde durante muchos años tuve que cuidar de una explotación ganadera, me llamaba poderosamente la historia de las golondrinas. Mis padres siempre me inculcaron el cariño por estas aves, a las que les otorgaban una cierta protección de los animales allí donde ellas anidaban. Recuerdo siempre la frase de mi madre: “Neño, antes de cerrar la puerta de la cuadra mira ver si entraron las golondrinas”. Son recuerdos de una ya lejana infancia, que hoy, cuando he visto llegar la primera golondrina de esta primavera, me ha hecho viajar en el tiempo aquellos años de niño, allá en la aldea de La Estrada. Hoy, 50 años después, las golondrinas me siguen entusiasmando, su apasionante viaje cada primavera al mismo lugar del año anterior para criar sus polluelos, su retorno allá por el mes de septiembre con sus nuevos hijos hacia la lejana África, es toda una preciosa lección que nos ofrece la sabia naturaleza. Sin embargo, algo sí está cambiando para nuestras queridas golondrinas en los últimos años, y es que el despoblamiento de nuestros pueblos y aldeas ha hecho que estas aves, que solo viven donde el hombre habita, sea cada vez más escasa su presencia en nuestra Asturias, cada vez más vaciada de campesinos.
Un año más, mis queridas amigas las golondrinas han llegado, han sido fieles a su cita con la primavera; ojalá que allá por el mes de septiembre, cuando su ciclo reproductivo concluya, nosotros hayamos superado la pesadilla del coronavirus que esta primavera nos ha puestos a todos contra las cuerdas. Y termino mi carta sobre las golondrinas con uno de los más bellos poemas de Gustado Adolfo Bécquer: “Volverán las oscuras golondrinas / en tu balcón sus nidos a colgar, / y otra vez con el ala a sus cristales / jugando llamarán. // Pero aquellas que el vuelo refrenaban / tu hermosura y mi dicha contemplar, / aquellas que aprendieron nuestros nombres... / esas... ¡no volverán!
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