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Reflexiones en la cuarentena por el COVID-19

7 de Abril del 2020 - Roberto Cabal Rubiera (Salinas)

A medida que avanzan los días de la cuarentena por la alarma nacional decretada por el Gobierno, con las dos prórrogas en camino, consecuencia del COVID-19, los ciudadanos confinados en nuestros domicilios tenemos mucho tiempo para pensar, ordenar ideas y papeles, escuchar música, leer, etc. Y, cómo no, para salir a diario a las ventanas y balcones para aplaudir a sanitarios, policías, Guardia Civil, Ejército, gentes del aprovisionamiento, etc. En esto no hay fisuras, pero en lo que se refiere al cómo llegamos hasta aquí, la cuestión presenta muchas dudas.

Yo empezaría por preguntarme cómo es que ante las tremendas y negativas experiencias vividas primero en China y después en Italia, alertados además por los avisos de la OMS, el Gobierno español no tuvo en su seno a nadie capaz de vislumbrar y dibujar un posible panorama de pandemia ante el que había que actuar sin demora. Su empecinamiento por mantener la convocatoria del 8M y otras concentraciones de masas ya se ve adónde nos ha llevado, con un Madrid arrasado literalmente por el virus. Está fuera de toda duda que este Ejecutivo es el peor de toda la historia democrática, con algunos ministros con dificultades para expresarse en público. La pandemia les está superando y parecen incapaces de seguir una línea coherente.

Sr. Presidente, ya ha demostrado, sobradamente, que la verdad no es su fuerte; recordemos su tesis doctoral o el rechazo a Podemos (recuerden la frase “Yo con el Sr. Iglesias en el Gobierno no podría dormir”), reiterado a los tres meses en campaña electoral. Sin embargo, sí fue capaz en la misma noche de la victoria del 11N, por escaños que no por votos, de comprometerse con ese comunismo radical en un Gobierno de coalición. ¿Es esto de recibo? ¿Merecían ese desprecio sus votantes? Ha quedado claro que usted pacta según convenga a sus intereses personales, no a los nacionales. Desde la moción de censura contra el Sr. Rajoy, basada en un párrafo de una sentencia no confirmada en firme, sus bandazos han sido de tal calibre que, si estuviera en el sector privado, duraría en su puesto lo que se tarda en redactar una carta de despido. No le digo nada del Sr. Iglesias, un político con pocos miramientos hacia los que no comparten sus ideas.

Sus comparecencias durante la crisis creo que adolecen de rigor y las del comité de seguimiento están en su misma línea. Dígale a su ministro de Sanidad que cuándo es “dentro de unos días”, la fecha que señalaba un día tras otro para la compra de material de todo tipo que requieren los profesionales de la medicina, residencias, etc. ¿Y qué pasa con los test? Parece que no interesa saber cuánta gente hay realmente afectada por el virus y por eso se retrasan, ¿o es que también van a llegar dentro de unos días? Después de 23 días, aún no ha llegado lo prometido. ¿Cómo es posible que un Estado, España, no tuviese en stock material para una primera acometida de una pandemia anunciada? ¿En manos de quién estamos? ¿Y de las mascarillas? ¿Antes no, porque no había, y ahora sí porque ya están llegando?

Empezaron mal y siguen peor. Tenían que haberse rodeado de mejores especialistas y profesionales ajenos a la política, formando un auténtico gabinete de crisis, donde estas personas llevasen las riendas del asunto. Dejarlo en sus manos, pues ya ve, predican una cosa y hacen la contraria. Obvian, hasta el ostracismo, a los partidos de la oposición; quieren protagonismo a toda costa, pero siento decirle que la única protagonista en esta pandemia es la ciudadanía en su conjunto.

Ya sé que no es momento de buscar culpables y de valorar la cadena de errores, pero yo, persona de riesgo, si no se lo digo ahora igual no se lo puedo echar en cara nunca, porque si me atrapa el virus, mi situación en una UCI podría quedar relegada por otra persona más joven, lo que habría que aceptar, pero lo que no acepto es que, después de cotizar a las mutuas y a la Seguridad Social durante 45 años, no haya un respirador a disposición de quien lo necesite, al menos en esta primera fase de la pandemia.

Y dejo para el final el trato a los ancianos. Personas que levantaron España, que trabajaron sin desmayo y sin escatimar esfuerzos para un futuro mejor que lograron para todos y, ahora, cuando más lo necesitan, su Gobierno los está dejando tirados, sin medios y muriendo solos, con la única cercanía y cariño de los sanitarios y cuidadores.

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