Reflexiones en voz alta
Hay que reconocer que estos días, tan intensos y atípicos, nos han sorprendido hondamente. No tenemos los términos precisos para explicarnos con la suficiente claridad y competencia, pero al menos se intentará.
Cuando esta pandemia ya no se pudo disfrazar, encubrir o disimular ni un día más, todos los profesores de todos los niveles educativos empezaron a preparar material, intentando que fuera lo más atractivo posible para –en nuestro caso, alumnos de Enseñanza Secundaria– que los estudiantes en nuestros grupos tuvieran el máximo apoyo posible y la mayor calidad de los materiales para poner es sus manos.
Ya habíamos estado cavilando unas semanas antes y empezamos a organizar material de todo tipo, desde textos de lectura comprensiva hasta audios, gramática, vocabulario, de tal manera que cuando llegara el momento todo estuviera listo para vencer ese estrés y angustia que todos tenemos ante lo desconocido; desde luego que esta situación era incierta y abrumadora de verdad.
Los alumnos respondieron bastante bien, parecían tener una competición entre ellos para ser los primeros en enviar sus respuestas, a los dos días se les remitían las respuestas para que revisaran sus errores y los corrigieran para no volver a incurrir en ellos; eso es aprender, pararse a meditar en aquellas cuestiones y aspectos que debemos cambiar para ser cada día un poco mejores. Estudiar y aprender es como la vida, hay que hacer bastante más que solo lo suficiente para ir tirando, hay que ir mucho más allá y además hay que hacerlo con categoría. Hay que abrir la mente y dejarse guiar y creer en lo que te comunican tus profesores en cada instante.
Claro, tú le cuentas estos pensamientos a alumnos de Secundaria y te miran como si uno fuera de otro planeta. Hay que tener un sexto sentido, hay que enseñar, no para entretener, sino hacer germinar la semilla del conocimiento para que consigan “Amar” lo que se les enseña. No podemos hacerles creer que la vida no va a ser dura muchas veces, pues lo será; hay que hacer que reparen en todo el placer que van a obtener del estudio y del trabajo duro, sólido y firme.
Hay que “obligarles” a ser críticos, pero teniendo datos en sus cabezas, no por intuición ni clarividencia divina, simplemente porque no tiene sentido. Muchos alumnos me han maravillado y muchos padres también. Padres que dan las gracias, es algo que emociona a cualquiera, hablar con personas mayores que cuidan de sus nietos adolescentes también enternece a la persona que hace las llamadas. Estos alumnos tienen mucho que agradecer a sus familias por todo el cariño, apoyo, “Amor”, pero y, sobre todo, muchísima paciencia porque la adolescencia es una etapa más bien complicada de llevar tanto para los padres como para los mismos adolescentes.
Hemos de agradecer a todos los compañeros de cada junta evaluadora, a los tutores de los diferentes grupos, al equipo directivo, así como a mi jefa y mis compañeras de departamento y demás compañeros del centro, limpiadoras, personal de secretaría y conserjes, esas elásticas horas extras que han “faenado” en los días de enseñanza telemática, sin parar, hora tras hora desde el fin de semana del 13 al 15 de marzo y hasta el día 3 de abril incluido, hoy es martes, día 7 del mes de abril del año en curso; se está cavilando en lo que se nos viene encima, que yo espero no sea un mero rellenar horas con tareas solo para cubrir el expediente y nuestras espaldas.
Una persona muy cercana a los corazones de mi familia, siempre intentó que la semilla del conocimiento germinara en nuestro espíritu y, sí, en el alma también; si agarra el corazón, ya no puedes parar de instruirte y empaparte de algo nuevo cada día de tu vida. Así ha de ser, hay que hacer ver a nuestros “chavales” que aprender “mola” mucho y además te soluciona el futuro bastantes veces.
Estas reflexiones se las dedico a todos los profesores de la tierra y más allá, a los padres por todo aquello bueno y ejemplar con lo que instruyen a sus hijos y con esas “técnicas subliminales” con las que alimentan su alma y su espíritu de superación.
Por supuesto, de la misma forma va para esos alumnos, a veces pesados no, pesadísimos, que cada día nos sorprenden un poco más por su buen hacer, su no quejarse, su ansia de superarse y su sed de conocimiento. Podría dar nombres de muchos de los alumnos que me han robado un poco el corazón porque me han emocionado con su compromiso, su trabajo y su tenacidad. Ellos ya lo saben.
Por cierto, no os olvidéis de leer esas dos historias cortas, os aseguramos que vais a empezar a ver la maravilla de vivir tras un arcoíris o desde un caleidoscopio, que tiene tres espejos dispuestos a diferentes ángulos, 45º, 60º o 90º, que generan bien ocho imágenes duplicadas, bien seis imágenes duplicadas o cuatro imágenes duplicadas. Hay que ver todas las imágenes para poder tomar la decisión acertada de cómo se quiere vivir, con osadía, firmeza y valentía para que así sea.
Termino con unas líneas extraídas de la película cómico-dramática “Forrest Gump”, cinta estadounidense estrenada en 1994. Basada en la novela del mismo nombre y escrita por Winston Groom. La película fue dirigida por Robert Zemeckis.
“Mamá dice que la vida es como una caja de bombones: nunca sabes lo que te va a tocar” (=tienes que abrir la caja, algo bueno saldrá de ella).
“Yo no sé si mamá tenía razón o si la tiene el teniente Dan. Yo no sé si todos tenemos un destino, o si estamos flotando casualmente como en una brisa. Pero yo creo que pueden ser ambas, puede que ambas estén ocurriendo al mismo tiempo” (=hay que estar en el universo paralelo que más nos convenza, incluso aunque estemos en el otro universo, podemos cambiar todo lo que no nos gusta o no es justo o no está bien).
Y con otra línea, solo una, en serio, de “Casablanca”, año 1942, protagonizada por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman. Es una película de amor y un poco-mucho de drama, dirigida por Michael Curtiz. Está basada en la obra de teatro titulada “Todos vienen al café de Rick” –“Everybody comes to Rick’s”– de Murray Burnett y Joan Alison. Esta última cita es de mis favoritas. Dice así:
“Si no subes a ese avión, te arrepentirás. Quizás hoy no, quizás mañana tampoco, pero pronto y para el resto de tu vida” (=hay que arriesgarse y tomar la decisión que haya que tomar, incluso aunque nada resulte como se esperaba).
Me despido agradeciéndoles como siempre que se hayan tomado su tiempo para acometer la lectura de estas líneas. Hoy es otro de estos días de confinamiento tan encantadores, ya que nos regalan tiempo para pensar y vivir sin pisar el acelerador de las neuronas desde muy temprano.
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