Vieja profecía cumplida
Cuando en octubre de 1982 el PSOE ganó las elecciones generales, su vicesecretario general, D. Alfonso Guerra, soltó esta frase: “Dentro de diez años, a España no la va a conocer ni la madre que la parió”. Han pasado más de treinta y siete años, y ahora sí podemos decir que en la situación actual ni la madre que nos trajo al mundo nos conoce a nosotros.
Este país está prácticamente paralizado, no hay ni un triste sitio para tomar un café. Quién lo iba a decir, que un virus al que no se le dio gran importancia en sus primeros días de aparición, nos iba a confinar en nuestras casas, arrebatándonos las libertades que teníamos hasta mediados de marzo. Lo peor de todo es la cantidad de trabajadores que han perdido sus empleos por culpa de la dichosa pandemia.
Las medidas adoptadas por el Gobierno pueden tener consecuencias muy dramáticas, sobre todo por la pérdida de salarios. Solamente se van a librar de la crisis que está por venir los servicios esenciales que están funcionando. Entre estos servicios están los sanitarios, que están trabajando a tope para atender a todos los enfermos en los hospitales y centros residenciales. Al mismo tiempo, las fuerzas de seguridad y del Ejército que están vigilando el cumplimiento del confinamiento, exponiéndose al contagio.
La caída de las ventas en general y de prestaciones de servicios, como los restaurantes, va a traer una merma incalculable en los impuestos del IVA, de Sociedades y del impuesto sobre la renta. De este último también se producirá una importante caída por los cierres de empresas y los ERTE tramitados con motivo de la alarma decretada. Algunos sectores ya están sufriendo las consecuencias de las medidas adoptadas, como es el caso de los talleres de reparación de vehículos, las gasolineras y demás servicios de los medios de transporte.
Como dice el refrán, “A perro flaco todo son pulgas”. Con la caída de los impuestos que ya se está generando, el Estado tiene que hacer frente al pago del desempleo a los trabajadores que se acogieron a los ERTE por la pandemia, aparte de los desempleados ya existentes, que no son pocos, más de tres millones. Más luego los pensionistas, funcionarios y los políticos que nos representan, que son casi medio millón. Esta es la cifra entre diputados, senadores, alcaldes y concejales de toda España.
Cada uno podrá sacar sus conclusiones de la que se nos avecina en los próximos años, ya que la deuda se disparará como ocurrió en el año 2008, que nos tuvieron que rescatar de la Unión Europea. Lo más triste de esta historia reciente son las personas que se fueron sin poder hacerles una despedida digna como se merecían.
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