Lapidación moderna
Barbón anima a denunciar la llegada a Asturias de turistas durante la Semana Santa. En otros tiempos no muy lejanos nos hubiéramos llevado las manos a la cabeza, pero a estas alturas del confinamiento ya todo nos parece normal. Obedecemos sin rechistar. No se recrimina la actitud de “la Gestapo de Balcón”, sino que se azuza a la chusma para que lo haga. No sé si es porque estamos en Semana Santa o porque tengo muy reciente la visión de la película “La vida de Brian”, pero al leer el titular me ha venido inmediatamente a la cabeza la imagen de una lapidación pública. Sí, una lapidación de aquellas a las que acudía la gente llana hace dos milenios de años como un entretenimiento, como un juego de bolos para unos y... de vida para el pobre pecador.
Como no podemos congregarnos en la vía pública, ahora el Gobierno lo que quiere fomentar es que tiremos la piedra y escondamos la mano, a salvo desde nuestro balcón. Dicen que la Historia siempre se repite. ¿Qué es lo que ha hecho ese pobre turista con la suerte de tener una segunda residencia en el Paraíso Natural para merecer tal castigo? Quizá se ha trasladado con la familia con la convive habitualmente, en su coche particular y se ha confinado en su segunda residencia, en la que quizá incluso dispone de un trozo de jardín para disfrute exclusivamente familiar. ¿No se llamará a eso envidia? ¿No estaba la envidia envenenando a ambos bandos de la Guerra Civil? ¿No era la envidia uno de los protagonistas de la novela “Patria” de Fernando Aramburu? ¿No os da miedo todo esto?
Yo no tengo balcón, pero desde mi ventana sí veo la suerte que tienen algunos vecinos que tienen terraza y también el derecho a disfrutarla tranquilos. Lo mismo que los que tienen jardín.
Los gobernantes deberían fomentar la solidaridad, no sembrar la semilla del mal. ¡El que esté libre de culpa que tire la primera piedra!
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