En casa no hay quien pueda con la telenovela
Siempre he dado mucha importancia a la letra de las canciones y siempre me ha sorprendido que muchos amigos tararearan canciones inglesas sin conocer su contenido, pues creo que el éxito de una canción depende del maridaje de tonos y letras, y si no que se lo pregunten a cantantes de ahora y de siempre. Han sido muchos los intelectuales que han realizado estudios sociológicos de una época a partir de las letras de las canciones del momento, y han llegado a conclusiones interesantes, sirva como ejemplo la posguerra y las canciones alimenticias como “Tengo una vaca lechera” y otras.
Hoy, y no es la primera vez, la letra de una canción me ha llevado a escribir estas letras, cuando la situación que padecemos en esta España tétrica, apocalíptica, terrorífica, y podría seguir añadiendo adjetivos para intentar valorar lo que vemos y me quedaría corto. ¿Quién se podía imaginar que un bichito invisible bautizado “coronavirus” generaría tanto daño en pleno auge de la inteligencia artificial, robótica, impresoras en 3-D, nanotecnología e internet…? En estos momentos en que escribo estas letras ya pasan de 12.400 los fallecidos en España y en el mundo, más de 64.000.
Esto no estaba en el guion, por muy bisiesto que fuera el año. Rompe nuestros mecanismos de defensa. Nos coge con el pie cambiado y nos iguala a las moscas que fumigamos cuando aprieta la calor. Es cierto que el brote no ha sido repentino, que hubo avisos y que quizá por excesiva confianza no se han tomado las medidas oportunas, que quizá serían pocos, dada la virulencia del virus, no obstante, algo habrían atenuado el problema y disminuido el número de víctimas –véase Portugal, con 295–, pero ya se sabe, somos españoles y siempre andamos a salto de mata, y más cuando importa más el rédito político que el interés común de todos.
Hecho lo hecho, ahora toca bajar del guindo y combatir la pandemia, nos la jugamos todos y todo. Habrá un antes y un después de esta epidemia, que en España toma origen oficialmente a partir del 9 de marzo, aunque el primer afectado aparece en La Gomera, un ciudadano alemán, un 31 de enero de 2020. Una vez más ha sido marzo –no queda muy lejos los atentados del 11M– el que se ha encargado de sacudirnos de la manera más cruel y devastadora, cuando Matilde preparaba el plan de Semana Santa, Juan esperaba la oportunidad de su vida con el nuevo trabajo o los paseantes de la calle Uría miraban la nueva ropa de temporada, algo que a día de hoy es imposible, se nos antoja como un sueño, un delirio, y es aquí, llegados a este punto, cuando uno piensa en clave de telenovela para animarse, para airearse, para recordar y añorar pasados tan recientes como el placer de hojear el periódico en el bar de siempre…
Ante esta situación infernal, casi límite, el Gobierno ha optado por seguir a Churchill en aquel histórico discurso del 13 de mayo de 1940, y en vez de pedirnos “sangre, sudor y lágrimas”, nos pide “sacrificio, resistencia y moral de victoria”, y un día sí, y otro también, abundan las comparecencias para hablarnos de “picos, de curvas, de víctimas, de curados, de estabilización” y menos de “carencias”, de “dificultades”, de “problemas”, que los hay, y muchos, o al menos así se denuncian desde diferentes ámbitos (sanitarios, civiles, políticos…).
Los ciudadanos hemos optado por defendernos, por seguir las pautas de confinamiento y, desde este miedo silencioso que nos invade, buscar válvulas de escape que no solo libere tensiones, sino que también anime, estimule, dé esperanzas, y para ello un buen antídoto es la música, que en mi calle tenemos todas las tardes a las 20.00 por gentileza de Picachón, acreditado Dj, que un día de estos, después del “Resistiré” del “Dúo Dinámico”, ha tenido el acierto de ponernos la bella canción de “Pimpinela” titulada “La telenovela”, en la que nos dice que “en casa no hay quien pueda con la telenovela”. Lo que ansiamos todos es el final cuanto antes de esta telenovela, por desgracia real y cruel, que tanto dolor y angustia nos provoca.
Dicho lo dicho, por pura dignidad, algo a lo que tenemos derecho todos los españoles y demás personas residentes en nuestro país, hago mías unas palabras pronunciadas un 13 de marzo de 2004 por don Alfredo Pérez Rubalcaba cuando dijo: “Los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta”, y es que, como decía la escritora rusa Lidia Chukouskaia, “la palabra verdadera es invencible y, si resulta vencida, es solo por poco tiempo”, y exijo que primen los intereses de España y los españoles sobre las estrategia e intereses de partido, y es que como dice una conocida canción: “Si la Patria me llama, aquí estoy yo”, aunque sea solo armado de papel y pluma.
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