La solidaridad de los políticos
Nos cuentan los medios de comunicación que nuestros políticos regionales, es decir, la clase pudiente y dominante que nos gobierna –como diría algún erudito: “Nuestro gobernín”–, han aplazado para dentro de 15 días el debate sobre si van a dejar o no de percibir solo la mitad de su nómina en solidaridad con la situación económica que atravesamos por el maldito coronavirus.
Resulta curioso observar cómo sus señorías para tomar una decisión que les va a afectar a sus bolsillos la posponen 15 días; seguro que si fuera para aprobar una subida de sus inmerecidos salarios lo harían por la vía rápida y no esperarían ni 24 horas para aprobarla y que entrara en vigor.
Que los salarios, dietas y demás privilegios de nuestra clase política en general es algo vergonzoso e inmoral lo sabemos todos. Es inmoral que un diputado se embolse sobre 3.000 euros al mes, mientras que muchos profesionales de nuestra sanidad pública no llegan a percibir esa cantidad ni de lejos. Y no me comparen ustedes el trabajo que realiza un diputado raso con el de un médico de la Seguridad Social.
La situación por la que atraviesa el país, y lo que nos queda por llegar, es un buen momento para que los políticos, todos en general, pero especialmente esos que tanto dicen querer España, hagan un gesto de patriotismo, de solidaridad nacional, y se bajen el 50 por ciento de su salario mensual. Estamos ante una emergencia nacional no solo sanitaria, sino también económica, que va requerir el sacrificio y la ayuda de todos si queremos salir nuevamente adelante.
España es un gran país, pero sus gobernantes en las últimas décadas no han sabido estar a la altura que les correspondía. La corrupción desmedida, el saqueo de dineros públicos sin ningún control nos han colocado como uno de los países más corruptos de Europa.
Ojalá que el coronavirus, dentro de la gran tragedia que nos está causando, especialmente por la escalofriante cifra de muertos, nos sirva para que los políticos nos den ejemplo una vez en la vida y comiencen por aprender a apretarse el cinturón como el resto de los ciudadanos de a pie.
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