El lenguaje del rencor rompe lazos
El bien general debería estar por encima de cualquier partido y, por supuesto, por encima de cualquier situación social.
En una democracia, poner sobre la mesa los posibles errores e incluso las posibles responsabilidades no es ni más ni menos que el derecho más importante que tiene cualquier miembro de la oposición.
En una democracia, el Gobierno tiene, igualmente, el derecho de aclarar y en algunos casos el de pedir explicaciones a la oposición.
El Gobierno no tiene el derecho de atacar, de culpar, de difamar, de demonizar...
El Gobierno, cuando toma el poder, debería comprobar sus “almacenes generales”, la “situación que hereda”. A partir de ahí no puede querer ir haciendo camino, tirando piedras a los que van por él.
¡Qué pena, señora Lastra!... Escupiendo usted no resucita a los muertos.
¡Qué pena, señor Lastra!... El bien general merecía sentarse y hablar.
¡Qué pena, señora Lastra!... Hay suciedad que tarda mucho en limpiarse... Una de ellas es la mentira demagógica.
Por cierto, hoy es Jueves Santo, día del amor fraterno... ¡Uh... Uh...!
Vale por hoy. Todo esto, ¡a lo mejor lo lee alguien y reacciona!
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