Supervivencia
Durante años hemos velado por la supervivencia de especies en peligro de extinción ajenos a que la nuestra dependía de que un virus letal consiguiera pasar de uno a otro poniéndonos al borde del caos; hemos estado tan ocupados haciendo acopio de armamento capaz de destruir el planeta, que no hemos visto llegar silencioso al verdadero enemigo. Después de tantas guerras, solo dominamos una forma de ganar, negociar con el enemigo las condiciones de paz que nos permitan mantener la dignidad ante el espectáculo dantesco que presenta un campo de batalla; fórmula inútil ante un virus que ni negocia ni hace rehenes, y que es inmune al ataque con armas inteligentes que matan a distancia mientras comprobamos su efectividad por televisión, omitiendo imágenes que puedan herir nuestra sensibilidad y agitarnos la conciencia, y que nos permitirían valorar, en su verdadera dimensión, nuestros actos y sus consecuencias en una guerra.
A partir de ahora, quizá abramos nuestra mente a un acercamiento social inhabitual al dejar de malgastar fuerzas en batallar con el prójimo por necesitarlas, todas y cada una de ellas, para enemigos virales que solo entienden de vivir o de morir.
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