Ruidos hasta confinados
Soy vecina de la Plaza del Seis de Agosto, de Gijón, y todos los días me asomo a la terraza un poco antes de las ocho para disfrutar del ritual (de poco más de seis minutos) que desde hace días se lleva a cabo, junto con muchos otros de los vecinos de la plaza.
Todos aplaudimos, muchos tararean o siguen el ritmo de la música con el cuerpo, hay otros que ondean banderas o lanzan vivas... El ambiente es de absoluta tolerancia. El leer la columna escrita por Alejandro Ortea me ha dejado absolutamente perpleja, no por la opinión que tiene sobre el ritual, que por suerte en democracia cada uno podemos opinar y expresarnos como queramos, sino por los términos en que se expresa y la intolerancia que su artículo refleja. Ese momento del día es una de esas rutinas que los psicólogos consideran beneficiosa en este encierro y que para muchos de los vecinos es un punto de inflexión en el día. Desde aquí quiero agradecer a nuestro DJ su música, ayer la echamos muchísimo en falta.
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