Lenguaje bélico para una pandemia
Bajas, trinchera, batalla, primera línea… son palabras usadas a diario por medios de comunicación, personas y, sobre todo, políticos. Yo no viví ninguna guerra, pero sí conocí a gente que lo vivió, gente que vivió y sufrió en sus carnes las consecuencias de una contienda. Primero fueron los bombardeos y la lucha en el frente los causantes de la muerte de miles de personas, después fueron los juicios sumarios, la represión, el asesinato indiscriminado el que siguió diezmando la población, y cuando estas cesaron, las muertes continuaron cebándose con los más débiles, la hambruna y la falta de higiene acabaron con la vida de miles de niños y ancianos, ya fuera la tuberculosis, la desnutrición o el tifus, la carencia de medios, de sanidad, de alimentos, seguía cebándose con la población civil asolada por la guerra, mientras que entre los vencedores se repartían los recursos.
Da la impresión de que a algunos les interesa dejar impreso un sello belicista a la crisis ocasionada por la pandemia, y, modestamente, creo que esto se nos va de madre cuando hay personas y países que están sufriendo la pandemia en medio de un conflicto bélico.
Aquí no sufrimos bombardeos, fusilamientos, no pasamos hambre o sed por falta de alimentos o bebida, aquí no, quizás en Yemen, Siria y Somalia (por citar algunos), y no veo justo comparar nuestra situación con la de aquellas pobres gentes. Es como si estuvieran buscando la excusa perfecta para culpar a alguien de que un virus que se extendió por todo el planeta se hubiera elaborado en un laboratorio español por expreso deseo del Gobierno de la nación. Si seguimos empeñados en seguir ese guion, dudo mucho que salgamos adelante; si seguimos desafiando las normas que nos dictan los expertos en la materia, exhibiéndonos como responsables cargos políticos ansiosos de cumplir con un deber (de reiterado incumplimiento dicho sea de paso) acudiendo a donde no corresponde en estos momentos, lo único que conseguimos es el confrontamiento, el cruce de acusaciones; si a ello sumamos la campaña de propaganda salpicada de mentiras, manipulaciones y lenguaje envenenado, solo lograremos crispación, invitar a los individuos a saltarse las normas dado que su “mánager ideológico” así lo dijo, y con ello llegarían las algaradas y los disturbios.
El COVID-19 no es ningún cuerpo especial de combate, es un virus que ha provocado una pandemia, y podemos dar gracias de que el único sacrificio que se nos pide como ciudadanos es quedarnos en casa, saliendo a comprar lo necesario para seguir con la cuarentena; ¿se imaginan hasta qué punto estarían dispuestos a sacrificarse las personas que viven en sus carnes una guerra para poder tener a sus seres queridos en nuestra situación actual?, si es así, con una migaja de empatía entenderás por qué no conviene alterar al pueblo más de lo debido; si no estás para sumar, no restes ni dividas.
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