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El (corona) virus político

17 de Abril del 2020 - Inaciu Suárez Echevarría

Sin ánimo de ser exhaustivo, me gustaría señalar algunos retos y situaciones a las que nos enfrentaremos el día que la alarma sanitaria remita o incluso desaparezca. Dentro de una situación tan plenamente distópica, tan genuinamente Cisne Negro (acontecimiento imprevisible e improbable de gran repercusión), la vertiente política posterior a la crisis da mucho que pensar, dados en primer lugar los discursos que circulan estos días, las medidas gubernamentales impuestas e, incluso, el trauma psicológico que puede provocar el confinamiento.

Atribuyen a Goethe la frase de que los estados siempre terminan prefiriendo la injusticia al desorden. Sin duda el autor alemán no tuvo tiempo de conocer ciertas modalidades como el fascismo o las repúblicas populares, pero aun así parece que la sentencia sigue plenamente vigente.

A ver quién recupera para la sociedad y los individuos las libertades precedentes. Porque en la dialéctica seguridad/libertad algunos de los grupos gobernantes tienen unas preferencias muy claras. Y en la disyuntiva Estado/sociedad también. Y estas preferencias ya venían incorporadas de serie sin falta de virus alguno. Más arriba hablaba de “el día que la alarma sanitaria remita” y no del día que la vida personal y social vuelva a ser como era antes del 15 de marzo, porque mucho me temo que va a haber una descorrelación entre ambos (deseables) eventos. Y aventuro que no tanto por condicionantes psicológicos de la ciudadanía como por inercias gubernamentales. Que creo que regirían igualmente (las inercias) aunque gobernase la actual oposición. Un político solo parece estar completo regulando y limitando la libertad del individuo, como si esa meticulosidad reglamentista estuviese ínsita en la condición humana. O tal vez no es cosa de la condición humana y lo que pasa es que tenía razón Hayek cuando hablaba de “socialistas de todos los partidos”.

Luego está la gestión personal que cada uno pueda hacer de la política en los tiempos de las redes sociales. Habrá que hacer un “reset” mental, porque con tanta reclusión da mucho tiempo a leer de todo. Incluso las redes. Donde se cuelan todo tipo de opiniones y análisis, con frecuencia disparatados; o incluso relatos que, simplemente, faltan a la verdad. Y esto es igual en todas las opciones ideológicas, aquí ni a derecha ni a izquierda hay quien se libre.

Sumario: Una visión sociopolítica del día después de la alarma sanitaria

Destacado: Un político solo parece estar completo regulando y limitando la libertad del individuo, como si esa meticulosidad reglamentista estuviese ínsita en la condición humana

“And last but not least”, está la factura política a pasar al Gobierno actualmente en ejercicio.

En política puedes gestionar mal o incluso muy mal, pero lo que te va a condenar no es tanto la gestión de la cosa pública como el análisis político y el relato. Si analizas mal la situación, pierdes el “timing” y calculas mal tus fuerzas y las del adversario que también aspira al poder. Y ello te llevará a perder la batalla del relato, que es la clave de todo, puesto que vivimos en una sociedad posmoderna (por desgracia diría yo) donde las verdades no son absolutas dado que, por lo visto, hay que poner todo en su contexto.

Aderecemos la receta con un poco del concepto de hegemonía de Gramsci y cualquier resultado político es posible y esperable y no solo en términos electorales. No olvidemos que en su día Churchill ganó la II Guerra Mundial y a continuación perdió las elecciones. Nada menos que ante un señor (Clement Attlee) de quien se decía que un taxi vacío llegaba al 10 de Downing Street y de él se bajaba Attlee. Y aunque los british son tan peculiares, tal vez tanta globalización, viajes y academias de inglés contribuyan a impregnar España de vicios tan británicos como el cinismo y el pragmatismo. Que podrían volver a inclinar la balanza del mismo lado izquierdo.

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