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Disculpas para matar toros

4 de Junio del 2010 - Pilar Fernández (Avilés)

Decía Gandhi: «Primero te ignoran, luego se ríen de ti, después te atacan y entonces... ganas tú». Según esto, es buen síntoma que los defensores de las torturas de toros hayan pasado de ignorar y reírse de sus opositores a atacarlos, como se deduce de las últimas cartas al director, en las que a los antitaurinos los llaman ignorantes, esnobs, progres, obcecados..., incluso tildan de «cantada» una artículo de Ángeles Caso en el que decía que ella veía en las corridas de toros tortura en vez de arte. La monumental «cantada» se produce cuando esos que pasaron de reírse a atacar dicen (como se dijo en esta sección) que «tras diez minutos de sufrimiento el toro alcanza la gloria», cuando saben que la gloria sólo la alcanzará librándose para siempre de los que se lucran y divierten con su sufrimiento. También dan la «cantada» en esa carta al director (propia de hace dos siglos) afirmando que sin corridas desaparecerían los toros como especia zoológica. Pues para «enseñar al que no sabe», como dicen ellos con prepotencia, la especie «Bos taurus», a la que pertenece el otro de lidia, no desaparecerá, pues a esta especie pertenecen también otras razas bovinas. Ni siquiera existe la raza de toro de lidia, porque para que se dé una raza hay que poseer caracteres que se transmitan genéticamente, y la bravura no se perpetúa de generación en generación, como denuncian los aficionados. Los toros de lidia son animales mestizos que no pertenecen a una raza determinada, esa raza sólo existe como objetivo a alcanzar por los ganaderos interesados. Un completo trabajo sobre razas autóctonas españolas dice al respecto: «El ganado de lidia forma parte de la población bovina a la que es dudoso integrar dentro de raza, ya que la única característica que se les puede asignar en común es su capacidad de mostrar temperamento agresivo que los taurinos llaman bravura». También decía recientemente Casamtjam en el debate del Parlament catalán que el toro de lidia «no es especie ni subespecie, sino una criatura criada artificialmente con el fin de ese espectáculo». Los toros existían desde antes de que se inventara esta bazofia llamada tauromaquia, y muchos zoólogos, lejos de calificar al toro de lidia como raza, lo han llamado «monstruosidad genética». Por tanto, deberían dejar ya ese argumento, porque no cuela, con él empequeñecen todavía más la nula credibilidad de que disponen. Se creó una pseudorraza para su entretenimiento y defienden la violencia con el argumento de que se extinguiría.

A los tauricidas no los preocupa que desaparezca el otro de lidia, los preocupan los beneficios que les reporta negociar con él. Los preocupan la desaparición de las corridas, no de los toros. A los simples aficionados, porque perderían su diversión, y a los ganaderos y matadores, porque perderían su negocio. Las razas bovinas autóctonas (verdaderas razas) se han perdido ya (campurriana, pasiega, lebaniega) y otras están en peligro de extinción, pero no ponen el grito en el cielo pidiendo su protección. Cuando alguien lucha para evitar la extinción de una raza o especie no lo hace porque desaparece algo que les es útil, para su placer egoísta, sino porque desaparece un gran valor ecológico. Y si esta «monstruosidad genética», como se la denomina, se llegara a extinguir, cabe recordar las palabras de Ronnie Lee: «A un individuo animal no le importa si su especie se está enfrentando a la extinción o no, sólo le interesa si está sintiendo dolor». Los que tanto aman al toro, a la primera dicen que si no les sirve para su sangriento «show», ¿lo dejarían desaparecer? De tantos aficionados como dicen ser, ¿ninguno movería un dedo para ayudar desinteresadamente a que no se extinga el toro? Por último, quizá sea cierto que los antitortura de toros son «obcecados», pero lo lamentable es que haya quien siga «obcecado» en llamar cultura a la brutalidad y fiesta a la tragedia. El progreso y la educación se demuestran con el respeto a los animales, tal como afirmaba Lincoln: «Estoy a favor de los derechos de los animales tanto como de los derechos humanos».

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