¿Quién es el que sabe lo que tenemos que hacer?
En las crisis, tal como si se tratara de un principio deontológico, los medios en general se cierran a la reflexión lógica y razonable que puede prepararnos para lo peor, porque eso se supone que asusta al receptor que ve la cruda realidad como algo negativo y que prefiere dejar el asunto en manos de quien “corresponda”. Creen algunos medios que asumir la responsabilidad personal o colectiva, o aceptar lo que suena extraño a la cultura del lugar, a lo políticamente correcto, o a las tradiciones y leyendas religiosas, es mucho esperar de la ciudadanía. Yo, sin embargo, creo que va llegando la hora de precisamente eso, despertar el sentimiento de interés personal, porque el asunto es serio y no parece que haya nadie capaz de explicar cómo se ha colado esto, ni hasta dónde llegará. Después de esto si hay después, es decir, si esto no se queda instalado en esta “normalidad”, puede llegar cualquier otra cosa impensada, o no prevista, porque hemos trastocado la supervivencia del planeta y del ser humano. Aunque haya que sufrir algo de rechazo, es necesario abrir de una vez la adornada cortina que tapa la verdad. Dice el profesor Marcuello en su artículo en el “Heraldo” que “los expertos buscan soluciones y dan palos de ciego... nos hacen implorar a la Diosa ‘Ciencia’ para que encuentre la solución”. Me pregunto si esta diosa estará de acuerdo en que los tambores pueden ahuyentar el virus, proteger nuestras defensas, o irritar a los enfermos, o si es hora de renunciar a la doctrina que nos supone monos evolucionados desde una milagrosa sopa orgánica, para que empecemos a buscar al Magnífico Creador como lo que somos: sus criaturas humanas. Él también tiene un medio para que lo encontremos: “Santifícalos por medio de la verdad; tu palabra es la verdad” (Juan 17:17). “La hora viene, y ahora es, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque, en realidad, el Padre busca a los de esa clase para que lo adoren” (Juan 4:23,24). Busquémoslo en esta hora incierta tal como nos indica, y él nos responderá.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

