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Aclaración a un polémico escrito sobre la revolución de 1934

26 de Mayo del 2010 - Ernesto Conde (Oviedo)

El pasado 18 de mayo, en la sección Cartas de LA NUEVA ESPAÑA se publicó una de doña María Socorro Galindo Corral que pone en duda la veracidad de lo escrito por mí con fecha 27 de noviembre de 2009, en uno de los referidos a la Revolución de 1934. En ella reproduce dos entrecomillados que merecen explicación: "Un vecino denunció ante los revolucionarios donde vivían dos curas, a los que luego mataron a tiros en el mercado de ganado de San Lázaro" y, más adelante, "el denunciante pagó con la vida su vileza", en referencia al fusilamiento en el Campo San Francisco del infortunado Gumersindo Gómez Antón (éste parece ser su verdadero nombre), propietario de la empresa de pompas fúnebres La Funeraria, establecida en los bajos de su propia casa de la calle de San Antonio de Oviedo.

El primero de los entrecomillados es de mi total responsabilidad, obtenido de un documento oficial de máxima garantía; tanto es así que, de negarlo, habría que rehacer la casi totalidad de la historia de Oviedo, porque de este fondo documental se extrajeron testimonios importantes, admitidos con general aceptación por la seriedad y rigor de lo allí recogido. El segundo de los entrecomillados, "el denunciante pagó con la vida su vileza", corresponde a una transcripción literal de uno de esos fondos, del que no puedo ser responsable, aunque tenga mi criterio particular sobre la oportunidad o no de censurarlo, ya que habría que considerar las consecuencias de la delación, que no fue otra que el fusilamiento de los dos miembros de la Iglesia, hecho acontecido en pleno furor revolucionario, en el mercado de ganados de San Lázaro.

La noticia documental del suceso encontrado era escasa en detalles, lo que me movió a indagar entre personas de cierta edad de la calle de San Antonio con las que mantego entrañables relaciones de amistad. Dos de ellas, muy conocidas en la zona donde se desarrollan los hechos, elegidas por mí en razón de su conducta cívica, pródiga en seriedad y honrado proceder, que separadamente, sin conocer entre sí lo que yo estaba indagando, confirmaban a grandes trazos este hecho, ocurrido durante el período de la Guerra Civil, cuando Oviedo estaba cercado por las fuerzas republicanas. Los interrogados no recordaban con precisión la fecha del fusilamiento, llevado a efecto en el Campo San Francisco, ni el número de hijos ejecutados entonces, como yo explicaba en el artículo. Como apenas tengo justificación con el error surgido con el apellido de don Gumersindo, dado como González, en vez de Gómez, como salió publicado; lo es porque tenía en mi poder datos adecuados para comprobarlo; por ejemplo, la ficha del 17 de septiembre de 1934, cuando se anunciaba en la prensa de Oviedo la funeraria de Gumersindo Gómez, en la calle de San Antonio, 13, teléfono 4005. Incluso había conseguido otros pormenores, como el de la polémica contratación del Ayuntamiento de Oviedo de sus servicios, para conducir cadáveres de la Beneficencia municipal al cementerio de San Salvador; incluso sabía de la acción de incautarse de sus bienes por parte del Estado, una vez terminada la guerra. Admito como injustificable el error del apellido, como también me disculpo no haber continuado la investigación de los sucesos asociados a la Guerra Civil, por el riesgo de convertir el artículo en interminable.

Por otra parte, el hecho de no publicar las identidades de las fuentes informativas corresponde a un principio de respeto hacia ellas. Si alguien quiere darse a conocer, será por decisión propia, no porque yo les dé publicidad, abusando de su confianza. Pero una cuestión sí que debo decirle a usted, doña Socorro: la persona que me explicó lo de la falta de una zapatilla a la infortunada esposa de don Gumersindo pudo hacerlo porque presenció en directo, con todo detalle, el acontecimiento, quedando grabado con fuerza en su mente infantil. Esta niña estaba presente, no en la cama. Así pudo explicar algo que usted textualmente aventura en su carta: "Los detalles que usted menciona me parecen pura fantasía...".

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