Un día de confinamiento
Son las nueve de la mañana y suena el despertador en mi habitación y me dispongo a iniciar una nueva jornada dentro de mi hogar, donde a pesar de estar confinados por el decreto del estado de alarma del Gobierno, intento llevar una rutina de tareas, algo de ejercicio físico y también ocio.
Hoy tengo peor estado de ánimo tras levantarme, ya que son muchos días sin poder salir a la calle; echo de menos muchas cosas que antes me parecían normales y que hoy me parecen un sueño, por ejemplo estar con mis amigos y amigas, hacer deporte, o simplemente pasear por la calle tranquilamente.
Tras desayunar a pesar de no tener hambre, me cuesta trabajo al principio concentrarme en mis tareas, ya que me vienen pensamientos a la cabeza. Intento dejar a un lado las ideas negativas, hablo con mi familia, que me da ánimos, y pienso en todas las personas que están trabajando arriesgando sus vidas, sobre todo el personal de los hospitales, además de personas con trabajos más sencillos, como cajeros, reponedores, camioneros, los cuales hoy juegan un papel importante. Pienso entonces que no tengo derecho a quejarme y consigo coger fuerzas para llevar el día con alegría y doy gracias a mi familia por su apoyo.
Juan Muñoz Uruñuela (alumno de 4.º de ESO)
Avilés
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