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Los culpables acusan

26 de Mayo del 2010 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Los funcionarios no son los culpables. Sin embargo, ante esta crisis económica (y de valores y conceptos) los funcionarios y pensionistas son los más castigados. Este castigo hace que los funcionarios sean implícitamente señalados como culpables ante las masas. Y no es así, sino más bien todo lo contrario: no es el servicio público ofrecido por un servidor público funcionario el que fracasa, sino una corrupta interpretación de la intervención del Estado en los servicios al ciudadano y su externalización por medios impropios.

El mayor fracaso es la corrupción de los conceptos. Decía hace poco don Gustavo Bueno: la culpa es de los trabajadores, por tener los sindicatos que tienen. Y realmente es una buena línea de pensamiento, pues la culpa fundamentalmente de esta crisis es de este Parlamento que elegimos, y el Parlamento es culpable por haber elegido a este Gobierno y no cambiarlo.

Pero volviendo al argumento económico: ¿se imaginan lo que se ahorraría el Estado si se suprimiesen las subvenciones a esas empresas casi funcionariales?, ¿se imaginan lo que se ahorraría si la administración dejase de contratar servicios y abriera escalas de funcionarios?

Es posible, y deberá existir, una hibridación entre lo público y lo privado, pero esa hibridación no puede ser por medio de la externalización pura y dura de los servicios del Estado. Por mucho que sea el deseo de algunos, es corrupto conceptualmente y un fracaso. Esta crisis no es el fracaso de lo público, sino precisamente lo que fracasa es el uso corrupto de lo público a través de medios privados. Vamos a ver, ¿cuántos miles de millones se han dado a la Banca para proteger el sistema financiero que vivió en jauja, y a la semana los gestores de ese fracaso eran prejubilados con cifras millonarias?, ¿se puede financiar la compra de un coche?, ¿es el coche un servicio público cuando se tiene olvidado el transporte público? Sin embargo cuanta reticencia para financiar un bebe que es sociedad y futuro. Resumiendo: no se puede corromper de tal forma el concepto de lo público subvencionando a las empresas y a los sindicatos. Porque no solamente se corrompe el concepto de lo público, sino que también se corrompen los conceptos de empresa y sindicato. Esa hibridación entre lo público y lo privado, lo que debe hacer es subvencionar el servicio al ciudadano el cual podrá, libremente, decidir solicitar tal servicio a una empresa privada o, por el contrario, a la administración para que le ofrezca el servicio por medios propios.

Incluso si la administración se plantease organismos autónomos más dinámicos y participados por ella a modo de hibridación (Fundaciones etc.) debería hacerlo bajo la exigencia de que su personal debería ser funcionario, laboral, u homologado o asimilado a ellos. Porque, sino, aparece otra corrupta manifestación de lo público en su hibridación con lo privado: el prestamismo laboral puro y duro; y ¿por qué un funcionario tendría que ir a hacer su función a Tineo pudiendo hacerla dentro de una Fundación en la que participa la administración en Gijón, que es donde vive? ¿Puede haber una empresa sin operarios propios o sólo con operarios sin estructura empresarial? ¿Puede haber un Centro Formativo propio de la administración sin personal propio docente? Pues aunque parezca imposible lo hay.

Tampoco es culpable el concepto del emprendedor en busca del progreso común, el culpable es la empresa egoísta centrada en el principio de la codicia y no en el de progreso común. No es culpable la globalización, sino el egoísmo localista. Esta crisis proviene de que algunos han creído que podían engañar a algunos algún tiempo (para su particular beneficio local) pero es imposible engañar a todos todo el tiempo (y lo global se defiende). ¿Culpable? El orgulloso y codicioso pensamiento localista.

Es curiosa la humana paradoja. Cuanto más culpables, más acusadores y más exigencias de responsabilidades a la víctima. Aún seguimos con el viejo y bárbaro ritual: buscada la víctima propiciatoria para el sacrificio y sacrificada, el problema ha quedado resuelto... ¡Ja!

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