La fotografía en cuarentena
Hoy paseaba sin rumbo por mi casa. Eran las tres de la tarde (la hora es lo de menos hoy en día). Divagando, no encontraba nada a lo que aferrarme. Nada positivo. Nada que me hiciera despertar de esta psicosis enlatada que es la cuarentena. Todo un sueño. Sin embargo, dos pasos más allá de esta triste reflexión me encontré una fotografía. Era Roma. Y yo en ella. Despreocupado. También sin rumbo. Pero en este caso sin el pijama. Después de ojearla por un momento quedé sumido en el recuerdo, en la melancolía que me transmitía el observar un instante perdido para siempre. Esto me llevó a recordar el final de una intimista y preciosa película de Woody Allen, "Otra mujer" (1988). En ella Gena Rowlands se pregunta si un recuerdo es algo que se tiene o algo que se ha perdido. Nada más haber recordado la frase tras observar la fotografía comprendí que no era posible decantarse por ninguna de las dos respuestas: el recuerdo es una ambivalencia entre lo que se pierde y lo que misteriosamente permanece para siempre en una especie de éter que nos sobrevive. Pues llegué a la conclusión de que una de las razones por las cuales seguía siendo posible para mí vivir encarcelado era el recuerdo unido a una profunda melancolía, el recuerdo de "el ahí afuera". Porque, por paradójico que parezca, hay atisbos de felicidad en la tristeza cuando hablamos de melancolía. No en vano, diría Victor Hugo que "la melancolía es la felicidad de estar triste".
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