Riosa: Un comportamiento ejemplar
La verdad es que son varias las razones por las que toda mi vida he «presumido» de ser riosano, enumerarlas todas alargaría un exceso este escrito, por lo que me limitaré a expresar solamente algunas.
Riosa es un pequeño concejo situado en el centro de la región, que guarda entre sus límites una parte muy importante del puerto del Aramo, con las cimas más altas del centro de Asturias y desde donde se divisa un panorama grandioso y espectacular, todo ello a sólo media hora en coche de Oviedo.
Posee la segunda mina más antigua de Europa, en la que existen numerosos vestigios, muchos de ellos expuestos en el Museo Arqueológico de Oviedo, que la acreditan como una de las joyas mineras más importantes del mundo.
De sus entrañas sale en abundancia un agua riquísima que surte desde hace muchísimos años, además de otras localidades, a la ciudad de Oviedo. Cuando no la mezclaban con otros caudales se decía que, junto con la de Madrid, era la mejor agua potable de España.
Su orografía es muy abrupta lo que hace, pienso yo, que sus habitantes –y esto para mí es lo más importante– sean recios, trabajadores, nobles, leales, desprendidos, fieles, en definitiva buenas personas, capaces de entregarse sin reservas a los demás; eso sí, como todas las gentes de bien, se rigen más por el corazón que por la cabeza, lo que da lugar a que desde que fue alcalde Silvino Sariego (hace más de 35 años), para mí el que más hizo por el concejo, ninguno de los que lo precedieron hasta el día de hoy (el actual es con mucho el que más tiempo lleva en el cargo) supo sacar partido ni a su privilegiada situación ni a sus enormes recursos naturales. Solamente dos ejemplos sencillos y bien distintos para demostrar tanta ineficacia: en primer lugar, no hay señalada ninguna ruta turística para los amantes del senderismo y, en segundo lugar, en pueblos como Porció cada dos por tres falta el agua varios días, con un tubería de distribución actualmente prohibida por ser de uralita. Ahora, eso sí, no dejan de proclamar desde hace ya bastante tiempo que hay en proyecto varias obras, pero éstas nunca se ven ejecutadas.
Pero la razón principal por la que escribo este artículo y por lo que me siento orgulloso de ser de Riosa, es por el comportamiento ejemplar de sus gentes ante cualquier situación, sea ésta sencilla y breve o tremendamente difícil y larga, como es el caso que seguidamente voy a relatar:
El día 23 de junio de 1986, va camino de los 23 años, cuando estaba haciendo el servicio militar en Almagro, Laudelino Fernández Iglesias sufrió un accidente de tráfico que le dejó en coma desde entonces. Estuvo l principio en un Hospital de Madrid y luego pasó al Hospital del Naranco de Oviedo, pero tras los primeros tres años del accidente se encuentra en su casa de La Juncar. Dijeron entonces a la familia que para casos como éste, únicamente había en España un centro de rehabilitación, ubicado en Toledo, pero hasta el día de hoy (y ya pasaron 20 años) no han tenido más noticias.
Hace unos días y acompañado de mi buen amigo Florentino Ruiz fuimos a visitarle y tengo que decir que salí de allí (mi amigo ya lo había visitado en otras ocasiones) muy impresionado, no sólo, aunque también, pro su estado, sino por los desvelos, atenciones, mimos y total entrega que continuadamente le dispensan tanto su única hermana Gemma como sus padres Alfredo y Pili. lo cierto es que los tres, con una resignación digna del mayor elogio, sacrifican desde entonces sus vidas volcados por entero a su hermano e hijo. Y lo hacen con una naturalidad y un ánimo que es digno de ver; la sensación de paz y de sentirse a gusto que irradia su hermano muestran bien a las claras las atenciones que recibe. Porque todo indica, ellos así lo creen y a mi también me lo parece, que si bien no ve, ni habla, ni se mueve y no se sabe si oye, sí se da cuenta de otro tipo de atenciones.
Comportamientos así no sólo dignifican a las personas sino que muestran la categoría humana, el amor sin límites, la entrega total, en definitiva, la enorme talla moral de quienes la practican.
Sinceramente doy gracias a Dios por conocer personas así, por el ejemplo que dais en un mundo en el que lo que prevalece es el egoísmo, la individualidad y el desamor; me enorgullece enormemente, como señalé antes, que pertenezcáis al mismo municipio que yo.
Espero y deseo que el alcalde, junto con el resto de los representantes políticos, lleven a cabo algún tipo de iniciativa que muestre el reconocimiento a la enorme y ejemplar labor que tan cariñosamente, día a día, lleváis a cabo.
Pido a nuestro Señor Jesucristo, que preside la cabecera de la cama donde está postrado Laudelino, a través de nuestra madre la Virgen del Rosario, que os siga dando ánimos, paciencia y amor para seguir afrontando, como hasta ahora, todos vuestros desvelos.
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